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Recuerdo a Fernando Redondo. Haber sido el mejor mediocentro de la historia del Real Madrid —y mira que los ha tenido buenos— no le resultaba suficiente para evitar algunas dudas en forma de marca pocos goles. Claro que, de haber disfrutado de mejores cifras goleadoras, la misma figura de Zidane se habría tambaleado —tanta era su calidad con el balón en los pies—. Pero Redondo era como era, y tal como era es como nos gustaba.
Parece que sucede otro tanto con Rudy Fernández. Comparte con el primer Kukoc una engañosa imagen de vulnerable. Engañosa porque, no sólo es efectivo, es también asombrosamente espectacular. Nos recuerda Rudy que, en baloncesto, la velocidad y la elasticidad son más importantes que la fuerza. Sin embargo, tampoco faltan ahora quienes suponen que, con cinco centímetros o veinte kilos más, y una musculatura más desarrollada, Rudy estaría marcando diferencias en la NBA. Pero no, Rudy es como es, y tal como es es como nos gusta.
Con un poco de suerte, en unos días Rudy será Campeón del Mundo.
lmhReal Madrid
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