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En la tira de Ricardo de hoy en el diario El Mundo, Nicolas Sarkozy, candidato conservador a la presidencia de la república francesa, habla con uno de sus asistentes: «Hemos de conseguir un apoyo como el de Zapatero a Ségolène Royal». El asistente se interesa: «¿Traemos a Rajoy?» y Sarkozy sentencia: «No, a Messi».
Cierto día de junio del año pasado escribía yo en este blog: «Messi es Maradona». Mira por donde, el pasado martes, en Barcelona, ambos dos, el tiempo y el bueno de Messi, me daban la razón.
Hemos tenido la suerte todos los madridistas de disfrutar en nuestro equipo durante bastante tiempo de una extensa estirpe de jugadores puros, pertenecientes todos a la élite: Redondo, Hierro, Raúl, Roberto Carlos, Zidane, Figo, Ronaldo. Ahora asistimos con estupor al hecho de que el mejor de todos los futbolistas puros de la actualidad, Messi, milita en nuestro máximo rival. Cuando hablo de futbolistas puros me refiero a esos que reciben el balón y se giran de inmediato para mirar a la portería. Porque este deporte no trata de aguantar el balón en los pies y hacer el gilipollas con el mismo: Se trata de meterlo en la portería.
En el otro extremo, ilustres payasos como Djalminha, Denilson, Robinho o Ronaldinho. Sí, Ronaldinho. Porque una cosa es ser capaz de crear puntuales obras de arte, incluso una cada domingo, y una muy distinta es convertir tu carrera deportiva en una obra de arte. Eso está sólo al alcance de los elegidos y Ronaldinho no es uno de ellos.
Messi sí. Que Messi es mejor que Ronaldinho y que le dará más y mejores alegrías a su equipo es eso, un hecho.
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