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En el verano de 2002 tuve la posibilidad de pasar un par de fines de semana en París por primera vez, y también compré mi primera cámara digital. Ésta es parte del resultado de semejante sucesión de acontecimientos.
Viajando solo y por trabajo, París no tiene nada de ciudad del amor, apenas de ciudad de las pajitas. No deja de ser una ciudad espectacular, el lugar perfecto para divagar, como un soldado de Dos Passos cualquiera.
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o sea q ese destino me lo saltó.
un besote.
Cuando está el jefe, al menos se cena en restaurantes caros.
Qué demonios, cualquier restaurante italiano en París es mucho mejor que el sexo con según quién.