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Cuenta Arcadi Espada que, en julio de 1959, durante la colocación de una de sus estatutas ecuestres, Franco dijo: "No necesitaba que me pusieran una estatuta para tenerme entre vosotros."
Esta noche, el gobierno español -no la comunidad de Madrid, no el ayuntamiento- ha retirado de la capital la última estatua ecuestre que quedaba del dictador, la que quedaba a tu derecha, girando desde los Nuevos Ministerios hacia Ríos Rosas. De todas las imágenes aparecidas en televisión, antes que con la de los cuatro gatos entonando el caralsol de madrugada, me quedo con la del tambaleante Joaquín Sabina, a la vuelta del cumpleaños de Santiago Carrillo, cocido perdido, mirando al hueco y gritando "dónde está, dónde está".
No puedo esperar a ver el trato que los superliberales de Telemadrid le dan a la noticia.
Actualización: La siempre atenta, inteligente y sofisticada derecha española ya tiene discurso común al respecto: Bla, bla, bla, Felipe González, bla, bla.
Lo juro.
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