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Qué agradable sorpresa. Bien, ¿a cuántas personas conocen que tengan en su analítica, bajos el azúcar y el colesterol al mismo tiempo? Ya conocen a uno. ¿No les doy envidia? Corderito y croquetitas Findus. Nada de verdurita. Espere usted a que los demás terminen la ensalada y, en ese momento, proceda usted a mojar una barra de pan entera.
Disfruto del inmenso Terry Richardson y pienso y comento como tantas veces antes que (por supuesto exagerando) el hiperrealismo es la única forma de surrealismo que los norteamericanos manejan con soltura. A Diego le parece normal porque, al fin y al cabo, el subconsciente es un invento europeo. Touché. Se dice que Freud nunca admiró a los surrealistas ni una fracción de lo que los surrealistas le admiraban a él. Bien. En agradecimiento, olvidemos a Freud. Saquemos al subconsciente de nuestras perversidades surreales. Fotografiemos pollas.
Pobre Freud, su validez científica y su sentido del humor fueron inversamente proporcionales a su talento. ¿Por qué no acogió a Bretón y sus niños con los brazos
abiertos? Quizás porque éstos estaban demasiado ocupados tratando de que su Stalinísima les otorgara el honor de convertirse en el movimiento artístico oficial del régimen como para zambullirse en el subconsciente con la severidad que el inflexible Sigmund exigía. Vamos, que se equivocaron de tirano.
Quién sí se enfrentó al subconsciente con método y genio fue el divino Dalí. Repudiado por los surrealistas por escatológico, utilizar imaginería fascista y pasarse la dictadura del proletariado por la polla (no se la fotografió Man Ray, pero lo que Buñuel hizo a través del celuloide fue algo parecido). Dalí y Freud tuvieron un encuentro, tan cordial como el de Franco con Hitler. Es comprensible. A ver quién tenía los santísimos cojones de aguantar a Dalí cara a cara.
Por cierto, que Dalí declarándose admirador de Franco demostró tener muchísimo más ojo a la hora de escoger dictador. Es in icono de mierda, sí. No luce tanto como un Stalin o un Hitler, pero su elección le permitió disfrutar de una vida libertina y pantagruélica con la que ningún otro español en tierra ibérica pudo siquiera soñar.
Dalí y Buñuel, qué grandes. Y a través del celuloide sí que podemos encontrarnos con un americano capaz de moverse por esos terrenos del sueño y el subconsciente con la soltura de un europeo: David Lynch, quien, lo reconozca o no, seguro que también quedó marcado por el Traumdeutung.
Tremendo post y tremendo Richardson.
Vale, Cronenberg también es norteamericano, aunque canadiense, lo que seguramente le lleva a chapurrear el francés en la intimidad. Cronenberg es más que comparable a Lynch en según qué registros. Benditos ambos.
Si digo que los niveles son bajos, es que son bajos. Que hay un asterisco al lado del nivel de marras diciendo que es bajo. Que con este colesterol no sé con qué coño va a fabricar mi cuerpo la tan necesaria testosterona.
Bien pensado, sí se me ocurren un par de coños que podrían ayudarme a fabricarla.