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Escribe Tomás Roncero, luz y guía del madridismo militante:
«Bendita sea la hora en la que mi madre Amparo me trajo a este mundo. Nadie me obligó, pero desde que distinguí el mágico eco del Bernabéu desde nuestro pisito de Carabanchel supe que el Real Madrid es una bendición convertida en equipo de fútbol. Aquí no hay jugadores. Son once ángeles que nos hacen soñar despiertos. Del Madrid al cielo. Todos los niños que ayer se pegaron a las televisiones se han hecho blancos para los restos. Beckham cojo (...), las radios recordándonos que las manos en el Barça son goles a favor y en el Madrid penaltis en contra, con las lágrimas brotando de rabia ante la injusta derrota del ejército de Capello en La Romareda... Ahí apareció el Madrid de siempre, el que ha dado sentido a nuestras vidas.»
as.com - Fútbol
Creo que inventó Di Stéfano aquello de que el Real Madrid tiene un Dios aparte. Bien, no sólo lo tiene, sino que es un cachondo mental. Ayer en un solo minuto el Madrid pasó de pensar en tener que competir con el Sevilla para no jugar la previa de la próxima Champions a pensar que sólo noventa minutos más en casa —Manzano, ahora no jodas— le separan del título.
Y ahora, procedamos a disecar a Van Nistelrooy y a Tamudo, previa clonación.
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