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Para al menos otra persona, la escena final del duelo entre Steve Vai y Ralph Macchio doblado por el inmenso Ry Cooder, no es la mejor escena de la película Crossroads —Walter Hill, 1986—.
Hay un momento donde Martone —el personaje de Macchio— despierta de su sueño y descubre que la chica se ha ido. El viejo aprovecha ese momento en el que la tristeza del muchacho no puede ser mayor para admitirle que lleva toda la vida mintiendo: Que Robert Johnson nunca grabó una canción número treinta. En ese momento Martone toma su Telecaster y empieza a tocar Blues. Un Blues extremadamente triste. Pero, por primera vez, lo que toca está saliendo de su alma, no del recuerdo de canciones tocadas antes.
Se admite que esta película sólo pueda parecerle maravillosa a quienes llevamos décadas amando el Blues.
lmhMúsica
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