La media hostia

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No puede el progresismo presentarse como inocente. Ninguna corriente de pensamiento, en realidad. Ian Gibson juega a permitirse comprender Paracuellos como si ello no fuese equivalente a justificarlo. Si duele Lorca, ha de doler igualmente Paracuellos. No basta con avergonzarse. Y lo contrario es seguir queriendo dos españas.

Escribe Eduardo Haro algo maravilloso: «Durante siglos la filosofía se ha equivocado, pensador tras pensador, y aún ha de equivocarse más. Su ventaja es la de que ha producido grandes textos, gran literatura. Ha estimulado pensamientos contrarios.»

El ajedrez, arte o ciencia. Reti hablaba del cubano Capablanca, posiblemente el más espectacular virtuoso de la historia del juego, como de un simple prodigio técnico. En comparación, Rubinstein era para Reti el más grande de los artistas. Incluso después de ser vapuleado en cierto torneo en Berlín en el que ocupó la última plaza.

No hablemos de sexo del cerebro. Como Kasparov eliminaba las posibilidades de Judith Polgar de ser campeona del mundo tenía que ver con el sexo, pero no con el cerebro. Durante una competición que dure como mínimo un mes, como es el campeonato del mundo, una mujer padecerá al menos una menstruación, a saber, dos o tres días en los que su rendimiento competitivo se reducirá de forma drástica.

En contra de lo que la inteligencia popular relata, Kasparov está uno o dos peldaños por encima de Fischer. Al menos uno como ajedrecista, siendo campeón del mundo y ocupando la primera posición de la lista ELO durante al menos dos generaciones de ajedrecistas espectacularmente competitivos. Pero como mínimo otro más como hombre en pleno dominio de su inteligencia.

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