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En algún momento de hace aproximadamente un año decidí comenzar con éste mi blog personal.
Póngale a mi perfil el lector aficionado a la psicología un nombre con muchas letras y después hágalo el lector aficionado al psicoanálisis rimar con polla, pero no suelo ser el tipo de persona para la cual el tiempo por definición pasa volando. Antes al contrario, por momentos juraría que hace un año no había nacido. Por supuesto, hay cosas que no cambian, pero las cosas que cambian, por suerte, lo hacen y mucho.
En lo que no cambia, sigo trabajando para el mismo suministrador multinacional de tarjetas SIM. Sigo siendo responsable de prestar soporte técnico sobre tarjetas SIM y plataformas a distintos operadores GSM. Son ya diez los años que llevo trabajando sin interrupción en el sector, con lo que bien podría acabar batiendo algún tipo de record en lo que a conseguir el derecho a una pensión demasiado joven respecta.
También sigo perteneciendo al selecto club de los enfermos crónicos y, a pesar de ello, continúo teniendo un aspecto físico impecable. Habiéndome sido reconocido un mínimo grado de minusvalía, disfruto desde hace unos meses de, entre otras cosas, la posibilidad de aparcar en zonas de estacionamiento regulado sin tener que hacer la preceptiva visita al parquímetro de turno. Lo cual, como entenderá cualquiera que sepa cómo se las gasta Madrid con sus habitantes, es haber mejorado de vida.
Por último, sigo fotografiando lo que se menea y lo que no.
En lo que cambia, cierto día de hace aproximadamente seis meses Rebeca llegó a mi vida, lugar donde ha decidido quedarse, algo que celebro en este momento públicamente y en su compañía cada día.
Sirva esta pequeña entrada como compromiso de recuperar un mínimo de vida online durante las próximas semanas.
Pues a ver si es verdad, que ya venía echando de menos La Media Hostia nuestra de cada día (o semana).
Os deseo a ti y a Rebeca que seais muy felices y no permitais que nadie, jamás, os rompa los sueños.