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La derrota de ayer del Real Madrid en la final de la Copa del Rey de baloncesto no tiene que ver con nada más. Simplemente al Madrid se le cruzó el cable en ataque y sólo así se explica que un equipo con una media de 24 puntos por cuarto en liga acabe la primera mitad del partido con 15. El mismo número fue el de intentos que necesitaron los blancos para anotar su primer triple. La defensa del Winterthur Barcelona, impecable, pero no suficiente para una explicación: Hay que ser los Pistons de Lambeer para dejar a un equipo como el Madrid casi a cero.
Sin embargo, ventajista que es uno, es posible aprovechar esta derrota para hablar de otra cosa.
El último jugador salido de la cantera madridista que ha jugado en la selección nacional española de baloncesto sigue siendo Ismael Santos. Una selección que ha sido campeona del mundo sin la contribución de la que siguiendo la lógica —por número de habitantes y por afición al deporte— debería ser su principal fuente de jugadores. Claro está que es complicado que una cantera, en fútbol y en baloncesto, sea productiva cuando sus miembros saben desde bien pequeños que su futuro está en Osasuna o en Unicaja. Mirando de nuevo al equipo de baloncesto del Real Madrid se aprecia que el producto más convincente de la propia cantera es Hernández Sonseca —un power forward apañado— y el más convincente de la cantera en general lo es de la del Jouventut —Raúl López—.
Aunque lo del baloncesto venga de lejos, es ahora cuando parece que lo que ocurre es resultado de la nefasta gestión deportiva de Florentino Pérez. Ya le conocen, es el que hablaba de «Zidanes y Pavones» y de estos últimos vendió a los dos mejores —Eto'o y Cambiasso, bueno, a éste incluso lo regaló—.
En el otro lado, un Winterthur Barcelona construido alrededor de Navarro. ¿A alguien le parecería normal o incluso sano que un espectador imparcial, si existiese, tomase partido por el Real Madrid?
lmhReal Madrid
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