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Kate Kelland
¿Un ratón que habla? ¿Un mono con Síndrome de Down? ¿Perros con manos o pies humanos? Los científicos quieren saber si esos experimentos son aceptables o van demasiado lejos aún en nombre de la investigación médica.
Para averiguarlo, la Academy of Medical Sciences británica ha lanzado recientemente un estudio para echar un vistazo al uso de animales que contienen material humano en la investigación.
Se espera que el trabajo lleve al menos un año, pero sus responsables esperan que ayude a establecer líneas maestras para los científicos británicos y los de alrededor del globo que tengan en cuenta hasta qué punto el público está preparado para los resultados de mezclar genes humanos en animales para descubrir formas de luchar contra las enfermedades humanas.
«¿Estos estudios desafían nuestra idea de lo que es humano?» dice Martin Bobrow, profesor de genética médica en la Universidad de Cambridge y consejero del grupo de cuatro miembros que realiza el estudio.
«Es importante que nos lo planteemos ahora para que sean reconocidos los límites apropiados y la investigación sea capaz de aprovechar todo su potencial.»
Utilizar material humano en animales no es nuevo. Los científicos ya han creado macacos Rhesus que padecen una forma del gen de Huntigdon de forma que pueda investigarse cómo se desarrolla la enfermedad. O ratones con hígados creados a partir de células humanas para investigar el efecto de nuevas drogas.
Pero esta tecnología para introducir cada vez más grandes cantidades de material genético humano en los animales está cada vez más difundida mundialmente, incrementando la posibilidad de que algunos científicos quieran poner límites en alguna parte.
«Hay una gran gama de nuevas técnicas científicas que harán no sólo más fácil sino también más importante ser capaces de experimentar con el cruce de especies» dice Bobrow.
La polémica surgió el año pasado en Gran Bretaña tras las nuevas leyes que permiten la creación de embriones cruzados para la investigación. En dicha polémica intervinieron los grupos religiosos, afirmando que dichos experimentos pervierten el curso de la naturaleza, pero también científicos, quienes los consideran vitales para encontrar la cura a distintas enfermedades. Un cardenal británico ha etiquetado estos trabajos como «ciencia Frankenstein».
Bobrow afirma que él y sus colegas quieren evitar este tipo de alocados debates, y esperan que con su intervención ahora serán capaces de aportar información a la discusión y no calorías.
Para ellos, la discusión sobre los embriones cruzados, para crear los cuales es necesario insertar ADN humano en células nacidas de animales para crear células madre «es menos de la mitad de la discusión» ya que no contempla el uso de animales adultos alterados con células humanas.
«En realidad no ha sido tratado un rango mucho más amplio de asuntos como hasta qué punto es razonable intentar replicar características humanas en los animales» dice Bobrow. «Aquí hay un problema de aceptación social».
Para Bobrow «hay cierto entendimiento» entre la comunidad científica de que «cuando te acercas a una mezcla al 50%» entre material humano y animal, el límite probablemente está cerca. Lástima que las leyes como poco sean vagas.
»¿Nos preocuparía si las células sanguíneas o el hígado de un ratón son humanos? Probablemente no.» dice. «Pero, ¿y si puede hablar? ¿O puede pensar? ¿O de alguna forma es consciente como lo es un humano? En ese caso el escenario es completamente distinto»
Visto en Reuters. Foto de psyberartist.
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Desde luego, tienen que legislar este tipo de estudios, sinó no se sabe dónde llegarán.
saludos