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Arrancan las obras para fabricar una máquina que durará cien siglos. ¡Tecnología de largo alcance!
Javier Yanes
No se trata de un torpe aparato eléctrico que se quede parpadeando al primer corte de luz. El artefacto será un monumento del tiempo para el tiempo, capaz, según sus creadores, de "dar la hora correcta durante los próximos 10.000 años" con sólo un "mantenimiento ocasional", con "tecnología de la edad del bronce" y cuyo funcionamiento deberá comprenderse con una simple "inspección cuidadosa", si para entonces no quedase nadie para explicarlo.
El Reloj de 10.000 Años es el proyecto de una entidad cuyos miembros comparten una visión de permanencia y responsabilidad a largo plazo; lo llaman "The long now", "el largo ahora". Una mirada que se rebela contra el tempo de la sociedad del siglo XXI con su vertiginoso cortoplacismo, su usar y tirar, y su maniática adoración del tiempo real. El modelo en el que se inspira el padre de la idea, Danny Hillis, es el círculo megalítico de Stonehenge. Su visión fue la de un reloj que hiciera tic una vez cada año, bong una vez cada siglo y cucú una vez cada milenio. Será "la computadora más lenta del mundo", en palabras de Kevin Kelly, cofundador de la revista Wired y uno de los impulsores del proyecto en su calidad de secretario del comité directivo de la Fundación The Long Now.
Ingeniero informático formado en el MIT e incansable emprendedor tecnológico, Hillis fantaseaba en 1993 con la idea de un reloj milenario, que llevó a las páginas de Wired dos años después. La quimera de Hillis aglutinó a algunos viejos compañeros que compartían su enfoque, entre ellos el antiguo componente de Roxy Music Brian Eno, el intelectual y biólogo Stewart Brand, el fundador de Lotus Corporation Mitch Kapor y la empresaria e hija del físico Freeman Dyson, Esther Dyson. La Fundación The Long Now nació en 01996 (la notación adoptada por ellos, dicen, para evitar un futuro "efecto 10.000"). El hito se emplazó a 10.000 años por ser aproximadamente el mismo tiempo que la historia de la civilización humana ya ha dejado atrás. "Esto asume que estamos a la mitad del viaje, una declaración implícita de optimismo", escribía Kelly. El nombre de la fundación lo acuñó Eno, recordando que al instalarse en la frenética Nueva York comenzó a echar de menos el "largo ahora" de su vida en Gran Bretaña.
El artículo completo en Diario Público.
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