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Raikkonen, uno que corriendo para McLaren oía llover, se convierte con Ferrari en campeón del mundo. Ferrari gana también el campeonato de constructores. Alonso, uno que con Renault era campeón del mundo, pincha en hueso por la decidida incompetencia de sus mandamases. A De la Rosa no le permiten retransmitir para Telecinco, no sea que se chive de que a Alonso le han pegado chicles en la caja de cambios. Hamilton demuestra que primero se termina la mili y después se es sargento. McLaren hace a la vista de medio planeta uno de los más espantosos ridículos en cualquier competición que se recuerde. Estése seguro de que habrá despidos, y también de que uno de ellos no será el de Ron Dennis.
lmhDeporte
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