Haz clic en la imagen para verla a su tamaño original.
James Anderson
Mi reacción a la cuestión del significado religioso de la recientemente terminada campaña ha sido muy personal. Durante los largos meses de campaña ha habido numerosos momentos que han tenido para mí un significado religioso. Estos son los cuatro momentos de los que hablo.
1. Durante la campaña, mi mujer y yo recibimos un email de un conocido. Eramos una de entre varias direcciones destino. El mensaje comenzaba listando una serie de actos terroristas terribles, todos perpetrados por «jóvenes varones musulmanes extremistas». Después se refería a Revelación, el libro final del Nuevo Testamento, como autoridad. El mensaje sugeriá que el anticristo será un musulmán de cuarenta y tantos, popular y carismático. Está claro que la sugerencia era que el anticristo es Barack Obama, a quien estábamos a punto de elegir como presidente. Después me enteré de que este intento de difundir dudas y miedo, alimentado por la pasión religiosa, se había extendido ampliamente por la Internet. No importa que esas palabras no figuren en el libro de la Revelación, escrito más de 400 años antes de que naciese el Islam. Todos hemos aprendido durante niños que gritar «¡fuego!» en un teatro abarrotado es inmoral, equivocado e ilegal. La Internet es el salvaje oeste de la libre expresión, donde todo vale. Creo que es moralmente condenable intentar extender tus propios miedos y tus propios prejuicios en un escenario tan fácilmente inflamable.
2. Creo que tanto Sarah Palin como Jeremiah Wright han compartido la misma experiencia consistente en comportarse como un gilipollas pretendiendo que la atención de los medios y las grandes audiencias les hubieran convertido en personajes importantes y con influencia. No obstante, aparte de su afortunadamente breve subidón de ego, y de su tono a veces inadecuado, me reconozco un defensor de la prédica de Wright. Mi trabajo durante muchos años ha consistido en encontrarme con un buen número de clérigos afroamericanos. Esta experiencia me ha ayudado a ir entendiendo que el estilo y el contenido de los sermones de muchos de estos predicadores hacía que lo que hay de blanco en mi sensibilidad se sintiese atacado. Me dí cuenta de que los clérigos negros predican de una forma que congenia con las experiencias de rechazo y prejuicios que son diarias en los miembros de sus congregaciones. Y yo nunca podría compartir esas experiencias de la misma forma. He aprendido cómo de eficazmente esos predicadores canalizan la ira en forma de energía y motivación para familias, comunidades, y para la causa de la justicia social.
Uno de mis mejores amigos es un profesor de escuela negro llamado Verna Dozier. Verna llegó a ser un popular profesor de enseñanzas bíblicas dentro de la Iglesia Episcopal. Verna adora la poesía. Uno de sus poemas favoritos, escrito por Countee Cullen describe la experiencia de un niño negro de ocho años conduciendo un coche de juguete en Baltimore.
«Y vi a uno de Baltimore mirándome fíjamente. Ahora yo tenía ocho años y era muy pequeño. Le sonreí, pero sacó su lengua y me llamó negro de mierda.»
El poema continúa contando cómo el niño se encontró con mucha más gente de Baltimore durante los siguientes 6 meses y «todo lo que me ocurrió allí es todo lo que ahora recuerdo».
Creo que debemos estar agradecidos por el hecho de que Jeremiah Wright pueda contar las experiencias que cuenta, reconocer lo terribles que son, y aún así ser capaces de llevar a la gente a actuar con compasión.
3. En junio de 2006 Obama dio una conferencia ante líderes cristianos evangelistas. Tanto los comentaristas liberales como los conservadores hablaron de uno de los discursos más importantes sobre religión y política en décadas. Leí el discurso con cuidado y concluí que el senador Obama tenía tanto un redactor de discursos extremadamente bien informado como un refinado conjunto de principios teológicos aplicados a nuestra ley constitucional y nuestro proceso política.
Meses después, el columnista conservador David Brooks le preguntó a Obama durante una entrevista por su opinión sobre Reinhold Niebuhr, el teólogo americano más influyente del siglo pasado. Brooks se sintió desplazado y muy excitado por la respuesta de Obama. Escribió que Obama respondió con palabras del propio Niebuhr «la idea que nos absorbe es la de que existen el mal en el mundo, las dificultades y el dolor, y debemos ser humildes cuando pensamos que nuestras creencias van a eliminar eso. No debemos usar esto como excusa para el cinismo y la inacción. Debemos hacer esos esfuerzos sabiendo que van a resultarnos duros, y no debemos oscilar entre un idealismo ingenuo y un realismo amargo». Niebuhr escribió en una ocasión que la mayor parte de los políticos practican la extensión de la «decepción ingenua y sin estudio» para asegurarse la devoción de los ciudadanos a las causas políticas. La respuesta de Obama a Brooks, espontánea, clara, concisa e incisiva, y citando con eficacia a Niebuhr me dio la seguridad de que Obama le comprende a la perfección y lleva en su corazón y en su mente las enseñanzas de Niebuhr sobre un cristianismo pragmático y realista.
4. El 17 de mayo de 1957, a tres años de la decisión de la corte suprema sobre el caso Brown contra Board of Education, 20.000 personas se juntaron en los escalones del Lincoln Memorial en defensa de los derechos civiles de los ciudadanos negros. Martin Luther King habló en último lugar. El título de su discurso era «Dadnos la papeleta». El argumento de King era que la oposición a la decisión de la corte suprema formaba parte de una estrategia para utilizar «cualquier método conveniente» para impedir que los ciudadanos negros tuviesen derecho al voto. Así que su petición más urgente al presidente del congreso era «queremos nuestra papeleta».
Poco más de una década después, durante la primavera de 1968, Martin Luther King era asesinado. Washington explotó en una revuelta de incendios y saqueos. Podía verse una enorme columna de humo negro desde casi todos los suburbios de Washington. Durante los primeros momentos de la revuelta, uniformado con un traje negro y mi collar de sacerdote, conducí con mi amigo Jack Harris hasta St. Stephen y la Iglesia de la Encarnación situada en el límite del corredor a la calle 16. El reverendo Bill Wendt era el rector. Bajo su liderazgo la parroquia estaba intentando jugar un importante papel alcanzando a todos los residentes de un vecindario que en esos tiempos era un ghetto. Jack, Bill y yo salimos caminando por la calle 16 para ver si nuestros ropajes sagrados tenían algún efecto entre quienes protagonizaban la revuelta. No lo tuvieron. Alrededor de nosotros todo el mundo vaciaba escaparates y se llevaba los trofeos a casa. Los edificios siguieron ardiendo sin bomberos a la vista. Después de varias horas, una pequeña patrulla de la National Guards con ballonetas empezó a marchar por la calle. Su presencia fue sólo un poco más eficaz que la de nuestros trajes negros con collares.
Durante el temprano otoño comencé a recibir emails de la campaña de Obama pidiendo voluntarios de Maryland para trabajar durante varios días para Obama en los estados cercanos. Le dije a mi mujer que mis memorias de los espantosos días tras la muerte de King y mi experiencia caminando por las calles de la capital de nuestro país en llamas hacían que me sintiera obligado a ayudar en la elección de Barack Obama. Me presté voluntario durante cinco días. Durante esos días antes de la elección trabajé en Virginia del Sur y me encontré con una experiencia de esperanza y renovación. El discurso de King en 1957 terminaba con un mensaje de esperanza con el mismo tono que los de Niebuhr sobre el realismo cristiano. King nos invitaba a tener fe en el futuro, dándose cuenta de que «si luchamos por la justicia y la libertad, el cosmos estará con nosotros». Es el tipo de refrán tan normal y tan poderoso en labios de los predicadores negros. «Hay algo en este universo que justifica las palabras de Carlyle cuando dice que ninguna mentira vivirá para siempre. Hay algo en este universo que justifica a William Cullen Bryant cuando dice que la verdad enterrada en la tierra se levantará de nuevo. Hay algo en este universo que justifica a James Russell Lowell cuando dice:»
«La verdad siempre en el cadalso, el error en el trono aunque el cadalso muestre el futuro, y tras la desconocida oscuridad Dios, iluminando las sombras que se elevan tras él.»
Visto en On Faith.
humanismo religion iglesia dios barackobama
0 comentarios:
Publicar un comentario