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Hubo aparecido en mi Facebook una lista de personalidades seguidoras de la Cienciología, y en esa lista aparecía uno de mis escritores favoritos. A Gore Vidal le considero desde luego en la galaxia de Steinbeck, Faulkner, Dos Passos, Hemingway o Kerouac como uno de los grandes escritores norteamericanos del siglo pasado. Pero he aquí que le tengo como una personalidad mucho más inteligente que la de todos ellos. De ahí que me resulte extraño verle asociado con elementos del calibre intelectual de Tom Cruise o John Travolta. No hay desde luego mención alguna a Ron Hubbard ni a su secta en Palimpesto, el prodigioso primer libro de memorias de Vidal —y uno que no dudo ni un minuto en recomendar su lectura—. ¿Por qué aparece asociado Vidal a la Cienciología?
Durante toda la pasada década, el gobierno del Canciller Helmut Kohl en Alemania hubo venido mostrándose beligerante con la Iglesia de la Cienciología. Hay sin embargo una gran diferencia entre tratar de impedir la expansión de una secta e impedir la expresión artística de quienes forman parte de la misma. Todo habría comenzado en 1993 cuando el estado de Baden-Württemberg canceló un concierto de Chick Corea, extraordinario músico de Jazz, por su condición de simpatizante de la Cienciología. Dado que dicho concierto iba a tener lugar en una propiedad del estado alemán, se decidió cancelar el mismo, tal y como a partir de entonces sucedería con «cienciólogos confesos» y «miembros de otros grupos similares».
En 1997, cuando Kohl pretendió ampliar su persecución de la Cienciología a rango de ley, se publicó en Herald Tribune una carta abierta al Canciller. La carta iba firmada por Gore Vidal, así como por Dustin Hoffman, Goldie Hawn, Sherry Lansing, Sid Sheinberg, Oliver Stone, Tina Sinatra, Constantin Costa-Gavras, Mario Puzo o Larry King. Pero es desde luego injusto confundir una proclama a favor de la libertad y los derechos humanos con una defensa de la Cienciología.
Todos sabemos que la famosa Ley de Godwin termina por quitarle el interés a cualquier debate. Pero es que en este caso estamos hablando de Alemania, y estamos hablando de tácticas que nos resultan desgraciadamente conocidas.
«Cuando una nación moderna demuestra rechazar la protección de derechos básicos de un grupo de sus ciudadanos y, de hecho, se muestra predispuesta a participar en su persecución, todos los que lo vemos desde otros países debemos protestar. Cualquier extremista no debe estar autorizado a esperar que el resto del mundo mire hacia otro lado. No esta vez. Todos los que buscan ganar poder político promoviendo odios personales está repitiendo aquellas deplorables tácticas de los años 30. No debemos permitirles tomarse ese lujo. Así que esta vez nuestras voces van a ser oídas.»
Por desgracia, desde la Iglesia de la Cienciología no dudaron en apuntarse un gol que en realidad había de ser marcado por la libertad. Para Heber Jentzsch.
«El asunto está claro: El Gobierno alemán busca denegar derechos básicos apelando a las creencias religiosas. Busca también retirar la libertad de los artistas para escribir, pensar o hablar tal y como dicta su consciencia. Eso es exactamente lo que ya ocurrió en los 30».
Verás entonces en ocasiones a las huestes de Hubbard apuntarse a Gore Vidal como aliado, tal y como se apuntan a Dustin Hoffman y a otros. Gore Vidal aparece en esta lista de celebridades críticas con la Cienciología. Y explica cómo sucedió en realidad todo.
«Esto me ha traído muchos problemas en Alemania. Mi abogado Bert Fields me convenció de que se trataba de un gesto a favor de las libertades públicas, y no una aprobación de la Cienciología como religión. Me da que pareció lo segundo, pero no soy una autoridad en el tema.»
Vidal hubo afirmado que decidió firmar cuando se enteró de que en Alemania, a los hijos de los miembros de la Cienciología se les negaba la inscripción en los jardines de infancia. Cuenta también que hubo conocido personalmente a Hubbard a finales de los años cincuenta, cuando la Iglesia estaba en su infancia.
«Hubbard exudaba malicia y estupidez por cada poro, pero no dejaba de ser agradable conversar con él.»
Foto de Mark Coggins.
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