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El tercero de Zidane se pareció sospechosamente a uno de los de Ronaldinho en el Bernabéu. El defensa exhausto regala el quiebro. Casillas vendido. Pujol ahora ya sabe lo que jode. Para Casillas, dos tazas.
España perdió con desacostumbrada dignidad. Casi nadie lloró finalizado el partido. Al contrario, las caras de sus jugadores eran de ansiedad por volver a intentarlo. Sólo lloró Cesc y yo, aunque por aquel entonces era muy pequeño, recordaba que eliminada Argentina del mundial de 1982, sólo lloró Maradona, y que para la historia quedó lo que sucedió cuatro años más tarde. Qué grande es Cesc.
¿Qué coño hace Ucrania en cuartos? ¿Y Aguirre en Israel?
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