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Recién amanecido ayer domingo, algún individuo decidió destrozar el cristal delantero de mi coche y robar de su interior mi vieja y querida cámara fotográfica digital y mi ciertamente no tan viejo ni tan querido minidisc.
En mi cargo, queda aceptado que no era buena costumbre dejar artículos tan golosos dormitar en el interior del coche. En mi descargo, debo decir que el compartimento que utilizaba para guardarlos no quedaba directamente a la vista de cualquier paseante, al menos de cualquier paseante midiendo más de metro sesenta.
Todo me hace pensar en un aficionado. Roto el cristal, no se molestó en quitar el cerrojo y abrir la puerta, colgándose en cambio por la ventana. Había restos de sangre en la puerta. Quién, por supuesto, tuviese a mano bastoncitos esterilizados y una base de datos de ADN, a la manera del CSI de la tele. Pero es que, además, el botín no merece la pena de poder ser descubierto o de haber sufrido daños físicos.
La cámara era una Fuji FinePix 2600 Zoom comprada hace ya cuatro años. Ni la más rápida, ni la de mejores características, visiblemente ni tan compacta ni tan sofisticada como cualquier modelo más moderno, dando un máximo de 2 megapíxeles raspados, suficientes para mi vida fotográfica digital pero seguramente insuficientes para pretender sacar por ella vendida en segunda mano más de los cuarenta euros que en su día me costó arreglarle la tapa de las pilas.
La echaré de menos. Ya la estoy echando de menos. Pero como le he dicho a mi padre, habría sufrido mucho más de haber perdido los tres cedés con las más de dos mil fotos sacadas con mi pequeña campeona desde la compra.
El minidisc era un Sharp yo-que-sé-el-modelo, comprado en eBay hará cerca de un año por no demasiado dinero, y con la inmensa calidad de grabación y de reproducción de todos estos cacharros. Acompañado por un pequeño micrófono estéreo de condensador, pensaba utilizarlo para grabar sonidos con los que alimentar un sampler, así como chácharas con las que estrenar un podcast. Por supuesto, de momento queda cancelado tanto lo uno como lo otro, al menos hasta que piense que merece la pena invertir en un minidisc nuevo. Por cierto, que el ladrón ha dejado el micrófono, un Sony DS70P el cual, también por eBay, costó tanto como el minidisc. Esto me hace pensar divertido en el momento en el que el personaje intente descargar emepetreses hacia el minidisc y no encuentre por ningún lado el conector USB.
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