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Se acerca el final del partido. Pujol recupera el balón en el centro del campo. Recibe una entrada a ras del tobillo por parte de un rival, pero consigue evitarla pisando el balón con el pie izquierdo y rebañándolo con el derecho. Una ruleta à la Zidane con greñas. Hace la pared con Torres y retrasa hacia el joven gran maestro Cesc. Éste hace lo único que saben hacer, él y los buenos, que es devolver de inmediato y en vertical hacia el compañero más adelantado. Es de nuevo Pujol, quien la baja con la cabeza. Aparece otra vez Torres para rematar hacia la portería en pleno salto y bellísimo escorzo. El gol de su vida, y el de la vida de muchos.
Cuatro a cero. Ante un rival invisible, sí, pero aún así el más memorable arranque para España en la historia de los mundiales de fútbol. Y Casillas, de blanco. Joga Bonito. Tiembla, Brasil.
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