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En realidad, a los fundadores de los Estados Unidos les movían los mismos ideales ilustrados que al otro lado del océano estaban llevando a reyes, nobles y religiosos a la guillotina —claro está que en norteamérica no había reyes, nobles ni religiosos, porque en realidad una guillotina la fabrica cualquiera.— Aquel grupo de liberales agnósticos creó una constitución en la que no figuraba la palabra Dios ni hacía mención a ninguna religión, dándole toda su autoridad a «nosotros, la gente». Más de doscientos años después, cuando nuestra mentalidad debería ser más de doscientos años más moderna, tipejos como el candidato republicano Mike Huckabee piensan que es hora de acabar con tal injusticia.
«Tengo oponentes en esta carrera que no quieren cambiar la constitución» dijo Huckabee a su audiencia en Michigan el lunes. «Pero creo que es mucho más fácil cambiar la constitución que cambiar la palabra de Dios, y eso es lo que necesitamos hacer, adaptar la constitución a los estándares de Dios, más que cambiar esos estándares para que se adapten a puntos de vista modernos.»
El cronista Joe Scarborough afirma que «incluso muchos evangelistas que se sienten capacitados para hablar con los políticos pueden ver que esta sentencia es problemática, la de que vamos a cambiar la constitución para que diga lo mismo que la biblia.»
Para Willie Geist, de MSNBC, cualquiera sin el carisma de Huckabee que dijera algo así sería inmediatamente considerado un gilipollas. Sin embargo, cuando vas el primero, todo vale.
Foto de BBC Mundo.
lmhHumanismo
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