La media hostia ahora es Scientia Futura

Yo tengo razón, tú estás muerto

Publicado por Ismael

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En su libro The End of Faith, Sam Harris duda de que hablar de estar en guerra contra el terrorismo sea poco menos que absurdo. Si Osama Bin Laden fuese jefe de algún estado, tras los ataques del 11 de septiembre los Estados Unidos habrían declarado la guerra a ese estado. Y nadie estaría hablando ahora de estar en guerra contra la guerra. Sorprende que nadie se haya tomado la molestia de ponerle un nombre a aquello contra lo que estamos en guerra.

El libro Clima de Miedo recoge las cinco conferencias que el Premio Nobel de Literatura Wole Soyinka impartió en 2004 en el prestigioso ciclo de las Conferencias Reith, poco después de los atentados del 11 de marzo en Madrid. Soyinka habla de las máscaras cambiantes que el miedo fue adquiriendo durante el siglo pasado, desde el miedo a las dictaduras hasta el miedo al apocalipsis nuclear. Si durante el siglo XX los factores conflictivos fueron la raza y la ideología, en nuestro recién estrenado siglo XXI vuelve a ser la religión. Basados en la religión, los nuevos cuasi-estados, tal y como lo son Al Qaida y otras formaciones relacionadas o simplemente similares, son quienes están detrás de establecer una nueva forma de dictadura, una que no está sujeta a fronteras.

Habla Soyinka de haber estado en California durante una de las rachas de incendios ocurridas en los últimos años. Había por supuesto miedo entre los habitantes de las urbanizaciones cercanas al frente del fuego. Éste sin embargo es un tipo de miedo que no afecta a la dignidad de las personas, y así el comportamiento de todos los vecinos era ejemplar a la hora de enfrentar el problema. El hombre, pues, ha creado un nuevo tipo de miedo, distinto al miedo que puede llegar a causar la naturaleza: El miedo a la aplicación del poder. A perder la independencia, y a perder la dignidad.

Los seguidores de Albert Camus muchas veces anhelamos saber cuál habría sido su punto de vista sobre los acontecimientos del nuevo siglo. Por suerte, el humanismo radical de Wole Soyinka es un excelente sustituto.

lmh

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