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El Gobierno de Obama lanza el mayor estudio realizado hasta el momento sobre los efectos del crudo en la salud de los operarios, y utiliza como referente el trabajo científico hecho en España con los marineros que recogieron el chapapote.
Javier Salas
«Hemos estado examinando los resultados del vertido del Prestige para guiar nuestros esfuerzos», asegura la jefa del proyecto Gulf Study, Dale Sandler . La investigadora, de los Institutos Nacionales de la Salud de EEUU —NIH, por sus siglas en inglés—, se refiere a un estudio del grupo de trabajo SEPAR Prestige que mostró por primera vez efectos a largo plazo sobre la salud respiratoria y alteraciones en el ADN de los trabajadores que se expusieron a los compuestos volátiles del petróleo, y que implican un mayor riesgo de desarrollar un cáncer.
En concreto, la responsable del estudio en el golfo de México orientará su proyecto hacia la búsqueda de muestras de «posibles evidencias de genotoxicidad, siguiendo los hallazgos del vertido del Prestige». La genotoxicidad de la que habla Sandler, detectada en los marineros españoles, se produce cuando un agente externo como inhalaciones químicas provoca daños en los cromosomas, afectando a la información genética contenida en el ADN.
El contacto en España de los investigadores del Gulf Study es Jan-Paul Zock, responsable junto a Gema Rodríguez-Trigo del estudio español que les servirá como modelo. La colaboración científica es fluida a estas alturas, a través de ideas y experiencias compartidas por correo electrónico, y el grupo de Sandler y el equipo español tienen previsto encontrarse en septiembre para «poner en común el trabajo», según explica Zock.
Este investigador del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental de Barcelona —CREAL—, que todavía sigue trabajando sobre los efectos del Prestige en la población afectada, cree que es «difícil» adelantar si los habitantes de EEUU habrán sufrido daños tan agudos y tan a largo plazo como los demostrados en España. «No me atrevo a asegurar nada, pero es probable que los efectos en la salud de los trabajadores del golfo no hayan sido tan graves como los del Prestige», explica. A su entender, los operarios que limpiaron el vertido de BP no estuvieron tan expuestos como los del chapapote español.
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