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Va el teniente general Mena y, aprovechando que el Ministerio de Defensa no le repasa el discurso, le cuela a éste la bola ocho por el rincón y sin retruque. La sociedad civil de la que, en insoportable rasgo de divismo, me proclamo representante, agradecería que no cundiese el ejemplo. Como si se tratase de ir a la moda, y la de los siglos impares en España fuese la de los pronunciamientos militares.
Es obvio que el ejército español está para garantizar la independencia y la estabilidad de nuestro modelo de estado. Pero también debería resultar obvio que cualquier intervención del ejército español ha de ser autorizada y ordenada por el parlamento, algo que a veces parece que vistiendo a partir de un determinado número de medallas está permitido olvidar.
¿A qué partido político votará el tal Mena?
:-)