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«Cuando hace ahora setenta años se produjo la sublevación militar que, fracasada, nos introdujo en la más incivil de nuestras guerras, se frustró el proyecto republicano que tantas esperanzas había suscitado cinco años antes y que había significado uno de los períodos de mayor esplendor cultural y, sin duda, el de mayor modernización hasta entonces. ¿Cómo asistieron a aquella debacle colectiva algunos de los que fueron protagonistas fundamentales de los años precedentes? Un valioso testimonio lo constituyen las cartas cruzadas entre el Dr. Marañón y Marcelino Domingo en julio de 1936. Como es conocido, los asesinatos del teniente de la Guardia de Asalto José Castillo y de José Calvo Sotelo, líder de la derecha monárquica, han sido considerados la chispa que prendió la hoguera que recorrió España de una punta a otra durante tres años. Tres días después del asesinato del líder de la oposición, el 16 de julio, Marañón escribía a Domingo que "el vil, el infame asesinato de Calvo Sotelo por los guardias de la República, a los que todavía no se ha condenado, por los que el Gobierno da la sensación de una lenidad increíble, nos sonroja y nos indigna a los que luchamos contra la Monarquía. (...) España está avergonzada e indignada, como no lo ha estado jamás. (...) Esto no puede ser. Todos los que estuvimos frente a aquello
[la Dictadura de Primo de Rivera] tenemos que estar frente a lo de hoy. (...) No se alegue ningún otro ejemplo. A Castillo le han matado, cobardemente, unos señoritos armados (...), a Calvo le han asesinado en nombre de la autoridad, que sigue ahí, sin un acto de condenación, haciendo creer a toda España que es cómplice de lo ocurrido. (...) No somos los enemigos del Régimen, sino los que luchamos por traerlo; ni los fascistas, sino los liberales de siempre, y por eso hablamos así ahora". Lo cierto es que habían transcurrido tres jornadas desde el asesinato de Calvo Sotelo y, desde el poder legítimamente constituido, no se había condenado con rotundidad el crimen; nunca sabremos si, de haberse hecho, se hubiera abortado la sublevación militar que tan funestas consecuencias tuvo para la historia de España -posiblemente, no- pero, sin duda,habría restado apoyo a la rebelión incipiente.»
Gregorio Marañón y Bertán de Lis y Antonio López Vega
Leído en Noches Confusas en el Siglo XXI.
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