La media hostia ahora es Scientia Futura

Madeleine y Google

Publicado por Ismael

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De Arcadi Espada sobre Madeleine y Google, agitados pero no removidos.

«La hipótesis de que los McCann mataran accidentalmente a su hija e hicieran desaparecer su cadáver es irresistible en los justos términos de la fama. Llevaban dos meses protagonizando la más intensa y global campaña de búsqueda de un desaparecido que jamás había tenido lugar. Beckham, Benedicto XVI y Laura Bush, es decir y por este orden, los tres centros de poder más decisivos del universo, se habían interesado por la desgraciada suerte de la pequeña Madeleine. Que de pronto la policía portuguesa los declarase sospechosos de la desaparición de su hija iba a provocar una hecatombe mediática. La que ha provocado.

Sin embargo, a 164 días de la desaparición, esa hipótesis sólo se sostiene por la fe que un ciudadano tenga en el funcionamiento de la democracia. Créanme. No tengo tiempo ni espacio, pero habrán de hacerme confianza, como escribimos los catalanes de Castilla: conozco hasta el último rincón de lo que el tabloide más inhumano ha publicado sobre el asunto. No dispongo de ninguna información privilegiada; como Google y otros hombrecitos mi inteligencia es mi tamaño. Es muy grande y abarca el más mínimo pliegue. Pues bien: no hay posibilidad de escribir un discurso racional con lo que el público conoce. Junten los periódicos, las televisiones, las radios, los blogs, los foros: imaginen un cíclope (insisto, Google o yo mismo) capaz de leerlo todo y capaz de ordenarlo. Nada. Nada que la razón atienda. La pregunta también debe de quemarles: ¿para qué ha sido escrito todo eso? Hay otra pregunta: ¿es el caso Maddie una metáfora brutal del discurso periodístico contemporáneo y lo que se escribe sobre los McCann es, secamente, lo que se escribe?

Nada más que la palabra de un policía. Si él se atrevió a levantarse contra la Humanidad “pues exactamente esto es lo que hizo enfocando la sospecha hacia los padres” es que algo secreto, terrible y decisivo sabe. Está nuestra fe en la democracia y nuestra fe en el poder. Y hay algo hermosamente paradójico, y mucho más temible que las credulidades invocadas: nuestra fe en el débil. Apenas es preciso referirse al menosprecio con que el establishment británico ha juzgado las investigaciones de la policía portuguesa, aunque, por cierto, siempre fueran compartidas con la policía británica. Pero a ese racismo poco disimulado le hemos dado una respuesta literaria: Sostiene Pereira. El funcionario modesto y obstinado que derriba a un gigante escarbando con la uña. La palabra de un policía, nimbada por un cierto efecto estético. Mal asunto cualquier asunto donde la literatura extienda sus garritas.»

Foto de swissinfo.

lmh

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