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Dawn C. Chmielewski
La misión de Warner Bros. era evitar que The Dark Knight viese la luz del día...
En una era de copia digital instantánea y acceso a Internet de banda ancha ampliamente disponible, la disponibilidad por parte del público prematura y no autorizada de una película significa el desastre. Si la película es un pufo, el boca a boca viajará a la velocidad de un clic de ratón, arruinando las posibilidades de hacer dinero. O si la película es buena, la piratería significará vender menos entradas y hacer menos beneficio.
En la Warner Bros. no temían la primera posibilidad. Durante meses se ha estado hablando de la magnífica última interpretación de Heath Ledger como Joker y de la rendición del director Christopher Nolan a la leyenda de Batman. Las encuestas apuntaban a un fin de semana de estreno magnífico para la compañía.
Lo que preocupaba en la Warner Bros. era que alguna copia se hiciese disponible al público antes del estreno, lo que significaría competir contra DVDs piratas en la calle. El atractivo de The Dark Knight para los fans era oportunidad y riesgo en igual medida para el estudio.
Y es que, la audiencia esperada para la secuela de Batman es la de los geeks de los superheroes que gravitan permanentemente por las redes para compartir ficheros. El miedo de que copias pirateadas estuviesen disponibles en Internet durante el crucial fin de semana de estreno llevó a la Warner Bros. a dedicar seis meses a una estrategia contra la piratería sin precedentes, vigilando con extremo cuidado los movimientos de la película entre las salas de producción y postproducción.
La Warner creó una cadena de custodia —N. del T. wow! ¡Como en CSI Las Vegas!— para vigilar quién tenía acceso a la película en cada momento. Cambiaron los métodos habituales de envío y entrega de copias, distribuyendo el reparto de las bobinas con la película, de manera que la película entera nunca llegase a la sala en un solo envío, eliminando el riesgo de pérdida o robo. Se realizaron comprobaciones en cientos de salas para asegurarse de que no hubiese ninguna cámara de vídeo portátil. Se utilizaron incluso gafas sensibles a infrarrojos para detectar la señal de ese tipo que genera una de estas cámaras.
Para los ejecutivos de la Warner Bros. los métodos de vigilancia han dado resultado, ayudando a impedir que copias de la película hayan alcanzado las redes para compartir ficheros hasta 38 horas después del estreno. No parece un gran progreso, y sin embargo evitar que las copias piratas sean vendidas en DVDs por las calles durante ese tiempo ha permitido una recaudación record de 158 millones de dólares durante el fin de semana del estreno. La Warner ha recaudado ya 300 millones.
El éxito de una campaña contra la piratería se mide por el número de horas que consigues retrasar la primera copia digital en las redes.
Visto en Los Angeles Times.
cultura cine copyright
Lo de "la cultura" lo habría puesto tal cual, con comillas.
Ni que empresas audiovisuales fuesen representantes únicos o tutores de la cultura.
En cualquier caso felicidades por el blog, tiene puntos muy buenos.