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Marie Curie, polaca, judía y mujer

Publicado por Ismael

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Tony Long

En 1911, la Academia Francesa de las Ciencias rechazó la petición de membresía de la ganadora del Premio Nobel Marie Curie.

Una saludable dosis de sexismo, racismo y chauvinismo, bien vigentes en el rarificado aire de la fraternidad científica francesa del fin de siècle, conspiró para denegar su puesto a Curie, el cual fue otorgado a Edouard Branly. Se trataba de un pionero en las investigaciones de Radio, con la ventaja añadida de ser más francés, más católico y, de lo que se trataba, más macho que Marie Curie.



Al denegar el nombramiento de Curie, la Academia se permitió ignorar un historial científico de lujo. Curie hubo compartido en 1903 el Nobel de Física por su trabajo par aislar el Radio con su marido Pierre y Henri Becquerel, y se trataba de la primera y más importante promotora del valor terapéutico de sus investigaciones.

Más aún, se trataba ya de la lideresa del laboratorio de física en La Sorbona, tras haber conseguido un Doctorado en ciencias y llegar a profesora de física general en la Facultad de Ciencias, habiendo sido la primera mujer en conseguir tal posición.

Sus problemas eran ser polaca y supuestamente judía —suposición errónea, su madre era católica y su padre ateo— y mujer. Algo que superó sus cualificaciones, al menos entre los que debían considerarlas. Uno de los miembros de la academia, Emile Hilaire Amagat, lo dejó lo suficientemente claro; «una mujer no puede ser parte del Instituto de Francia».

Había también simpatías de la Academia por Branly, cuyo trabajo en la telegrafía sin hilos hubo sido sobrepasado por el del italiano Gugliemo Marconi, el cual ganó el Nobel en 1909 por sus investigaciones sobre el tema. A Branley le ayudaron mucho los sentimientos nacionalistas, así como ser profesor en la Universidad Católica de París, profundamente devoto, y apoyado expresamente por el Papa.

La pugna entre Curie y Branly por el asiento en la academia se convirtió en carnaza para la prensa francesa, con los diarios liberales poniéndose de parte de la librepensadora Curie, y los conservadores dando todo su apoyo a Branly. Una pugna interesante a pesar de que el resultado nunca estuvo en duda.

Curie reaccionó al triste asunto obsesionándose aún más con su trabajo. Su venganza llegaría ese mismo año, al ganar su segundo Nobel, esta vez de Químicas, por su trabajo con la radioactividad. Fundó más tarde su propio Instituto Radium en su Varsovia natal.

La decisión de la Academia de Ciencias demostró más sobre los prejuicios de sus miembros que sobre cualquier supuesta deficiencia por parte de Curie. Como científica, estaba perfectamente considerada por sus colegas, y hubo ganado numerosos premios. Por no citar sus relaciones tan influyentes con otras organizaciones, digamos, menos sentenciosas.

Visto en Science Academy Tells Marie Curie, 'Non' publicado en Wired.

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