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Las series de TV son la droga de este siglo, y en lo personal soy un fanático ciego de Dexter Morgan, y aunque otras series de medicina forense como CSI Nueva York, CSI Las Vegas o CSI Miami son apetitosas, no me generan la misma adicción que Dexter. No obstante, las tres CSI son vistas por millones de personas en todo el mundo, sin embargo esto, además de entretener puede generar algún efecto secundario.
Hace tiempo quiero hablar de esto, lo que se ha llamado el ‘efecto CSI‘, el cual implica una democratización indebida de la ciencia hacia el público en general. Y no porque la ciencia no deba democratizarse (al contrario), sino que se escoge una manera contraproducente de hacerlo: el entretenimiento televisivo, en este caso, representado por CSI o Dexter.
En The Economist se habla de ello y con razón. Se citan las opiniones de algunos científicos forenses destacados, quienes están bastante preocupados por cómo las técnicas de investigación utilizadas en estas series pueden causar malas interpretaciones de la labor científica por parte del público en general, y un mal-entendimiento de la realidad de la medicina forense, que dista bastante de la que narra CSI.
En esta serie una escena del crimen puede resolverse por la posición en la que un cabello de la víctima quedó apoyado sobre el suelo, el cual indica la trayectoria del golpe que recibió, su ángulo y el tipo de arma con el que fue asesinada. Todo ello conduce a la identificación del asesino, que si bien es compleja, con un par de interrogatorios se resuelve.
Pasemos ahora al tercer mundo. La falta de recursos demora las investigaciones, y es irreal que los científicos se centren en un caso durante una semana entera. Los casos se multiplican, y por ende el trabajo, y las pruebas no son concluyentes casi nunca. Se puede decir que un acierto es fortuito siempre, y que la medicina forense así como la antropología forense simplemente reduce la incertidumbre, pero no siempre da en el clavo que resuelve el caso.
Incluso en Estados Unidos las cosas no son tan sencillas. En el artículo que menciono se cuentan anécdotas en las que los jurados de los casos se creen con la potestad de cuestionar el trabajo de los forenses del caso debido a que se creen con un conocimiento cabal de las técnicas forenses gracias a las series de TV. Esto es positivo porque aumenta el número de interesados en la materia, pero también es negativo porque el número de opinólogos también se acrecienta.
¿Cómo solucionar este embrollo? CSI no tiene la culpa, Dexter tampoco. En realidad las series son lo que son: ficción, y no tienen que cambiar. La responsabilidad de solucionar esto recae en la propia medicina forense. Difundiendo la realidad de su trabajo hacia un público mayor, explicando sus procedimientos y sus problemáticas, y sobre todo compartiendo la cúspide de la pirámide con un público mayor la gente tendrá las herramientas suficientes para interpretar la realidad de los casos que los forenses intentan resolver, sin confundir realidad y ficción.
Visto en Ojo Científico.
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