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Una de las innumerables virtudes de Haruki Murakami es lo acertado de las referencias en el terreno de lo musical que abundan en sus novelas. Uno de los personajes de su monumental Kafka en la Orilla, Oshima, habla en una ocasión sobre cierta sonata de piano de Schubert —o Schumann, siempre les he confundido, y no sólo por el nombre— que hubo sido compuesta para burlarse del estilo pianístico de sus contemporáneos. Para Oshima, durante más de cien años todos los pianistas hubieron venido cayendo en la burla, hasta llegar al gran Ashkenazy, quien se dio cuenta de la misma y vino en cambio a elegir un estilo para interpretar la sonata en cuestión burlándose del propio Schubert.
No es la de Schubert en cualquier caso la mejor tomadura de pelo de todo el romanticismo musical. En música, un estudio es una composición escrita para mejorar la capacidad técnica del instrumentista. Su cometido es facilitar la práctica de los distintos elementos musicales al principiante. Para encarar los Estudios Trascendentales de Liszt, en cambio, son necesarias décadas de conservatorio.
Debajo, Boris Berezovsky interpreta el cuarto estudio, titulado Mazeppa. Cabe avisar que posiblemente nunca has visto a nadie tocar ningún instrumento de esta forma.
musica clasica
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