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Benjamin Tupper
Pasé muchas noches frías en Afganistán sentado sobre esterillas raídas en chozas hacinadas, bebiendo chai con soldados afganos y americanos. En las noches tranquilas, los soldados hablan de muchas cosas, incluyendo la religión. Yo era el único ateo, rodeado por cristianos y musulmanes igualmente convencidos. Sólo se ponían de acuerdo en una cosa y es en que yo iría al infierno.
Luego estaba Fayez, uno de nuestros intérpretes, quien era muy elocuente al explicar los pilares del Islam. Una noche le describí mi fe, que los hombres pueden comportarse con compasión sin la interferencia de Dios, y mi temor de que la religión causaba la mayor parte del dolor que veíamos a diario en Afganistán. Esto fue respondido con un coro de condenas. Fayez interrumpió a todos para decir que todos deberían considerar la posibilidad de que yo estuviese en lo cierto. Es algo valiente en un país donde, aún hoy, quien cuestiona el Islam se enfrenta a la muerte.
Fayez era un adolescente de voz aún aguda quien parecía muy fuera de lugar enfundando un AK-47. En nuestro país habría sido el típico chico ignorado en el instituto, demasiado debilucho para los deportes y demasiado pánfilo para las chicas. Pero en Afganistán, su inteligencia y su habilidad con el inglés le llevó a la primera línea de fuego, ganando un gran sueldo con el que ayudar a su numerosa familia.
Para mí, Fayez es un rayo de esperanza en el futuro de Afganistán. Es inteligente, tolerante y decente con todo el mundo en sus relaciones. Desde que he vuelto a casa, recibo muchos emails de Fayez y del resto de mis colegas afganos.
Recientemente recibí un email de otro intérprete, quien me contó que Fayez había muerto en combate. La caravana en la que viajaba había sido impactada por un devastador IED. Todos los soldados americanos murieron de inmediato. Fayez sobrevivió a la primera descarga, pero fue capturado por los talibanes, torturado y asesinado.
Noticias como esta, la de un amigo perdido en el verano de su juventud, sacude tu fe hasta el fondo. Esto es igualmente cierto para alguien como yo cuya fe no es religiosa. Me sorprendo a mí mismo soñando con que existe el cielo y Fayez disfruta de todas las recompensas prometidas a los fieles al Corán.
Sería deshonesto decir que, tras su muerte trágica y cruel, ahora creo en la otra vida. Lo que sí puedo decir es que si existen los paraísos, Fayez les pertenece.
Visto en NPR.
Actualización: He aquí que hace sólo dos días el empollón integrista había publicado una historia parecida.
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¡Caramba!, ayer publiqué en mi blog una historia muy similar.
Eh, ¡me gusta!
Aquello de "no existen ateos en las trincheras" es un refrán tan viejo como malintencionado. Por supuesto que existen. Por cierto, apúntame con los monistas.