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Un agujero negro en el centro de nuestra galaxia confirma que nunca fuimos especiales

Publicado por Ismael

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Tim Radford

La confirmación por parte del European Southern Observatory de que existe un agujero negro en el centro de la galaxia es una buena noticia para una pequeña comunidad que orbita una estrella de secuencia simple en un extremo de la galaxia espiral a la que dicha comunidad llama La Vía Láctea. Significa que ya somos como nuestros vecinos, los cuales siempre parecieron tener un agujero negro en su núcleo. Si no lo tuviéramos, podría resultar que La Vía Láctea, el Sol y el planeta Tierra son de alguna forma especiales. Y si fuésemos especiales, resultaría que astrofísicos, físicos de partículas y toda la cosmología moderna estaría en problemas. Porque la ciencia moderna se funda en la presunción de que no hay nada de especial, ni en nuestro planeta ni en su entorno.

El principio copernicano dice que no somos ni el centro ni el motivo de la creación. Somos una recolección de polvo de estrellas reciclado, reunido por azar por las aún misteriosas fuerzas que gobiernan el universo. Lo que ocurre en y alrededor del planeta Tierra podría estar ocurriendo en cualquier otro lugar. En principio suena deprimente. Pero de hecho es el fundamento de una idea muy poderosa, que dice que lo que es cierto para nosotros, lo es para cualquiera en cualquier parte. El corolario es que cualquier cosa demostrada experimentalmente en un laboratorio terrestre —sea la segunda ley de la termodinámica o la equivalencia entre masa y energía— sigue siendo válido a mil millones de años luz de distancia.

La ciencia lleva más de un siglo fundándose sobre esta idea tan interesante, y el resultado ha sido prodigioso; nada menos que una explicación de la creación, desde el primer segundo de hace 13,5 mil millones de años hasta el presente.

Una de los resultados de esta enorme aventura intelectual es precisamente la idea del agujero negro. Fueron propuestos en teoría hace más de 200 años, y mucho antes de que confirmaran que en efecto el universo tuvo un principio —lo que sucedió en 1965— ya los cosmólogos pasaron una deliciosa temporada imaginando qué implicaría un agujero negro, cuánto podría llegar a crecer, etc.

En 1988 cuando Stephen Hawking escribió su A Brief History of Time, la existencia de los agujeros negros aún se debatía. Pero aunque los astrofísicos sabían que de existir, tales monstruos serían invisibles, ya empezaban a tener una idea más clara de cómo serían los alrededores de un agujero negro, cómo el polvo y las estrellas vorazmente devorados se derramarían en espiral hacia el olvido, y qué tipo de señales serían visibles entonces. Ya tenían un candidato; la mitad invisible de la estrella binaria Cygnus X-1.

Desde entonces se han identificado agujeros negros supermasivos en Andromeda y otras galaxias cercanas. Si el agujero negro es una característica estándar del zoo galáctico, entonces debiera haber una en el centro de la Vía Láctea. El problema es, por supuesto, que desde nuestra ubicación, literalmente en un extremo de una galaxia espiral, no podemos ver su corazón, debido a todas esas otras estrellas y nubes de polvo en el camino. Sólo podemos adivinar, y utilizar las herramientas probadas por la ciencia en el entorno inmediato de una estrella sencilla y del montón, nada especial en la vastedad del universo. Así que los astrofísicos adivinaron y encontraron una forma de hacer la prueba. El resultado es; somos tan buenos como cualquier otra galaxia. Ni mejores, ni peores. Un triunfo más del método científico, y un pequeño capítulo más en la maravillosa historia de quiénes somos, de dónde venimos y cómo hemos llegado hasta aquí.

Visto en A black hole at the heart of the Milky Way confirms we're nothing special publicado en Comment is free.

Actualización: Desde la lista de correo Escepticos me ayudan con más información útil. Por una parte, Jaime me recuerda que la existencia de un agujero negro en el centro de nuestra galaxia es algo confirmado hace mucho tiempo. Lo que ha hecho el European Southern Observatory hace poco ha sido presentar los resultados de un estudio de varios años sobre sus características. Por otra parte, Víctor R. Ruíz nos cuenta que este pasado fin de semana ha sido emitido por National Geographic un documental que relataba precisamente los pormenores de la investigación del ESO —y de su equivalente estadounidense— sobre el agujero negro de la Vía Láctea, que se ha extendido 16 años. También que hay animaciones fantásticas sobre las estrellas que pululan alrededor del agujero de la Vía Láctea tras este enlace.

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