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«Desde el principio los cristianos trataron de aliviar los temores del hombre ante la muerte. Sin embargo, todavía no han encontrado la forma de poner en libertad ese elemento que hay en cada uno de nosotros y que exige la comunión con el Uno. Nuestros misterios logran ese objetivo y esa es la razón de que sean el objeto de la envidia de los cristianos y de su duradero rencor. Ahora bien, estoy totalmente dispuesto a aceptar que el cristianismo es una de las formas del conocimiento. Pero no es la única forma, como ellos dicen. Si lo fuese, ¿por qué están tan ansiosos por tomar cosas prestadas de nosotros? Lo que más me perturba es su extraña desesperanza respecto de esta vida y el exagerado énfasis que ponen en la próxima, Por supuesto, la eternidad es más larga que el breve periodo de vida humana, pero vivir continuamente con la idea de la eternidad es limitar el espíritu y hacer al hombre infeliz en su vida cotidiana, puesto que su mirada nunca debe dirigirse a este mundo encantador, sino a la oscura puerta a través de la cual uno deberá pasar algún día. Los cristianos piensan tanto en la muerte como los antiguos egipcios y todavía no han encontrado quien, incluido mi querido y antiguo alumno Basilio, haya extraído de su religión ese sentimiento de gozo y liberación, de unidad con la creación y deleite en lo creado, que un hombre recibe tras haber pasado por aquellas noches y días de Eleusis. Es la mezquindad de los sentimientos cristianos lo que me desconcierta, su rechazo de este mundo por otro que es —por decirlo con tacto— no del todo seguro. Es preciso oponerse a ellos por su arrogancia intelectual, que a menudo parece locura. Se nos dice que sólo existe un camino, una revelación, la de ellos. En ninguna parte de sus diatrivas y prevenciones puede uno encontrar la modestia de la sabiduría de un Platón o el mundo pristino de carne y espíritu que canta Homero. Desde el comienzo, las maldiciones y quejas han sido características del estilo cristiano, heredado de los judíos, cuya disciplina humana e intelectual es tan admirable como su constante amargura es limitadora y esterilizadora.» —Gore Vidal, Juliano el Apóstata
Libanio explica lo que es el cristianismo para Juliano, el César pagano. Las suspicacias paganas hacia el cristianismo coinciden con las de ateos y humanistas. Sólo que nosotros no necesitamos dioses paganos. La ciencia es nuestra Eleusis.
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Vosotros sois más guays
Creo que la palabra cretino viene de cristiano, es lo que les parecían a los antiguos romanos por su fanatismo hasta la muerte.