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Un acontecimiento geológico como el pasado terremoto en Japón puede tener consecuencias sobre el lugar en el que vivimos dramáticas y sorprendentes.
Pedro Cáceres
Mariko Sato y varios colegas de la Universidad de Tokio han podido analizar los datos recogidos por una serie de aparatos de observación situados en la base del océano. Curiosamente, entre los años 2000 y 2004 habían colocado cinco aparatos traspondedores muy cerca del foco del terremoto del 11 de marzo.
Cruzando esos datos junto con las mediciones de GPS y los registros de ondas acústicas, los autores del artículo en Science han podido confirmar que hubo una larga banda de terreno, de varios kilómetros de largo, que se desplazó horizontalmente entre cinco y 24 metros a lo largo del fondo del mar. Ademas, esa banda de corteza marina dio un brinco vertical de entre 80 centímetros y tres metros de alto. Fue en la zona más cercana al epicentro donde se registró el mayor movimiento: 24 metros en horizontal y tres metros en altura.
Ese es precisamente el tipo de movimiento que genera tsunamis como el del 11 de marzo. Al desplazarse hacia arriba, la corteza empuja el volumen de agua que tiene encima y empieza a desplazarla en todas direcciones. Es el mismo efecto que se observa cuando se da un golpe hacia arriba con la mano en el culo de un vaso.
Los investigadores terminan su artículo haciendo una valoración de cuánta parte de la corteza se vio afectada por el movimiento. No tienen observaciones completas para poderlo demostrar, pero estiman que ese movimiento de traslación y de elevación registrado afectó a una banda del fondo marino de 70 kilómetros de longitud.
Lo que los científicos han encontrado más interesante es descubrir que el movimiento detectado por los traspondedores fue realmente cuatro veces más grande de lo que los sensores de tierra habían permitido deducir, lo que tiene repercusiones para mejorar las valoraciones sobre futuros tsunamis.
Además de este artículo liderado por Mariko Sato, la revista Science publica en su último número algunos trabajos más sobre el seísmo del 11 de marzo, al que los geólogos han bautizado ya con el nombre de Gran Terremoto de Tohoku-Oki y que ayudan a entender mejor el tipo de movimiento qe se produjo y qué fue lo que liberó tanta energía.
Foto de Reuters. Visto en El Mundo.
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