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Otra forma de verlo.
«Pues a mí esto del FON me huele a “cuerno quemao”. Que sí, que muy bonito todo eso de la aldea global, pero después de haber asistido en primera fila a fiascos varios del calibre del UTMS, ya tiene uno los cuernos retorcidos.
Para el que les suene a chino, FON pretende ser una “comunidad global de usuarios que comparten su conexión WiFi”. El objetivo es poder disfrutar de conexión wireless de banda ancha en todo el mundo sin necesidad de invertir en infraestructuras, y olé.
FON se basa en un razonamiento muy sencillo: “mucha gente paga por conexiones de banda ancha; si todos pusieran el router wireless en la ventana y compartiesen un porcentaje de ancho de banda, habría conectividad WiFi gratuita en todas partes”. Lógica aplastante, ¿verdad? Pues no. En mi opinión, la conclusión anula la premisa: si hubiese conectividad WiFi gratuita en todas partes, no habría mucha gente pagando por conexiones de banda ancha (es normal; cuando los frutos de una jornada de cincuenta horas apenas dan para pagar el alquiler y la gasolina, cualquier ahorro es poco).
¿Quiénes semos? El tinglado es iniciativa privada de un tal Martín Varsavsky, que se autodefine como “emprendedor y filántropo argentino” (¿a que acojona?), y que ya ha demostrado con anterioridad su amor incondicional por la humanidad obsequiándonos con Jazztel y Ya.com, entre otros.
Echo un vistazo rápido a la página web, y no me gusta. No me gusta nada. El producto se sirve disfrazado de revolución rusa (banderas, estrellas de cinco puntas, la gente en la calle, la comunidad esto, el movimiento FON lo otro…), en un claro intento de tocarnos la fibra sensible a todos aquellos que pensamos que el mundo debería cambiar. No sé a vosotros, pero a mí que me toquen tanto la fibra ya me está empezando a tocar las narices. Me da la impresión de que los oportunistas espabilados de toda la vida están empezando a cambiar de estrategia respecto a internet.
Somos muchos los que soñamos con un mundo mejor y estamos dispuestos a aportar nuestro granito de arena; ahora el negocio reside en usar todos los granitos de arena para hacer un castillo en el aire y venderlo al mejor postor. Y el mundo no cambia más que para los que se forran con el tema. Hace unos años empezamos a usar Google porque era rápido, simple y no mostraba publicidad. Ahora son el gran hermano de la red: si no te listan es que no existes.
Al parecer, Google ha invertido unos milloncitos en FON. Google China no muestra a sus usuarios ningún contenido calificado de “subversivo” por las autoridades de Pekín. Me gustaría saber si el señor Varsavsky habrá incluido en el contrato una cláusula tipo: “todo contenido que circule por la autopista libre de FON estará libre de censura” o habrá hecho la vista gorda al respecto.
Todos nos apresuramos a colocar la banderita de turno en nuestras páginas. “Get Firefox”, “Linux mola”, “Microsoft KK” junto con, tócate los huevos, “Ad Free Blog”. Instalamos en nuestros PCs todo aquello que sea gratis, en un noble intento de restar poder al poder (bueno, algunos, que otros simplemente se apuntan a todo lo que huela a superenrollado por motivos meramente estéticos, al más puro estilo progre multicolor). Al final nos hemos convertido en pasto del llamado marketing viral: publicidad gratuita que se aprovecha del boca a boca. Solo hace falta disfrazar el producto de chollo, chiste o causa justa y de la noche a la mañana llegará a oídos de todos como llegó aquello del perrito Ricky y el bote de Nocilla.
El señor Varsavsky es consciente de esto (no me parece casual que tenga contratados al amigo Kirai y a uno de los Microsiervos), como también lo es el amigo Jorge Cortell, paladín de la libre circulación de la cultura y que sin embargo no cesa de hablar de “sus teorías” y “sus ideas”, en un claro intento de convertirse en una especie de “consultor de nuevos modelos de negocio” y cobrar las horas. Hace poco decía en su web algo así como “al cobrar por dar consultoría no restrinjo el acceso a la información, solo decido cuándo y donde hacerla pública”. O sea, información libre y gratuita al módico precio de X la hora. Cinismo puro y duro.
El señor Cortell intentó darle un golpe de efecto a su empresa siendo el primer detenido en España por usar redes P2P, pero no le salió bien el tema. Envió un fax a las autoridades indicando que durante una de sus conferencias iba a bajarse unos ficheros con el eMule. La conferencia fue cancelada por la Universidad de Valencia, que además tomó la decisión de prescindir de los servicios del señor Cortell; ahí fue cuando me enteré de la existencia del amigo. Aquello apareció en todos los blogs habidos y por haber: “la universidad de Valencia despide a uno de sus profesores por untarse Nocilla en una conferencia”, o algo así. Yo me lo creí, y me apresuré a a ofrecerle mi apoyo y contarlo en mi página, pero luego me di cuenta de que la realidad era un poco diferente.
Y es que últimamente todo está cargado de cinismo. Cada uno defiende sus propios intereses con discursos aparentemente nobles, pero a mí defender el uso del P2P y bajarse al disco duro un millón de euros en cine y música alegando libertad de acceso a la cultura me parece cinismo. Es como exigir que no te cobren los cubatas alegando el derecho básico a la alimentación. No quiero decir con esto que los precios actuales de CDs, DVDs, entradas de cine, etc. no me parezcan absolutamente abusivos (sobre todo en vista de la penosa calidad media) y el canon de la SGAE un impuesto revolucionario digno de cualquier mafia; pero de ahí a exigirlo todo gratis dista un largo camino que hay que recorrer con cuidado. Además, hay que delimitar bien dónde acaba la cultura y empieza el ocio.
El colmo del cinismo es montar un ISP basado en el “vosotros regaláis, ellos compran barato y yo toco las palmas”, publicitarlo mediante una campaña de marketing viral, ponerlo al servicio del actual gran hermano, e intentar hacernos creer que es una revolución desinteresada que cambiará el mundo.
Francamente, me gustaría poder confiar en buenas intenciones. Pero es que yo no soy filantrópo del todo (amo a la humanidad, lo que me revienta es la gente, como decía aquel), y, sobre todo, no me chupo el dedo. Ojala me equivoque, pero creo que esto acabará como siempre: burbuja que se hincha, chiringuito que se vende, burbuja que se deshincha y Fulanito que se pira, llevándose unos cuantos millones y dejando una rastro de oficinas vacías y sueños rotos, a buscar el siguiente pedazo de queso en este retorcido laberinto en que vivimos. A ver si aprendemos la lección y la próxima vez que un espabilado dé el do de pecho solo se presenta su señora madre a hacerle los coros, mientras nosotros nos dedicamos a crear un mundo donde haya más libertad de la buena y menos de garrafón.»
Despacho101 » GarraFÓN
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