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Leí alguna vez cierta historia que hablaba del motivo por el que la familia Kennedy fue una de las pocas familias norteamericanas adineradas que no se arruinó durante la Gran Depresión. Quien en cierta ocasión, poco tiempo antes de octubre de 1929, embetunaba los zapatos del patriarca Kennedy, se dedicó durante la tarea a decirle de qué empresa debía comprar acciones y de qué empresa no debía comprar acciones durante las próximas semanas —«Compre petróleo y ferrocarriles, que se van a poner por las nubes.»— Al volver a casa, Joe Kennedy ordenó a Rose, su mujer, retirar todas sus inversiones en bolsa. Y es que no podía confiarse en un medio de inversión en el que un limpiador de zapatos podía dar consejos.
Dicen que, tras anunciarse la compra de YouTube, las acciones de Google subieron en bolsa. Yo, desde luego, cuando decida invertir en bolsa, si sucede, jamás lo haré en una empresa cuyas acciones suben durante la compra de otra. Si el capitalismo está repleto de perversiones, el subconjunto puntocom del capitalismo lo está doblemente.
«Nos metemos con Bill Gates. Con que es un capullo monopolista que no quiere a nadie en los ordenadores que no pertenezca a su red de empresas. Nos metemos con Martin Varsavsky porque vende la moto de que va de buen rollito y luego es otro iluminado de los miles que hay en este mundillo, como bombillas de sesenta watios.
Nos metemos con Zapatero. Con Rajoy. Con las chicas que no se lavan. Nos metemos con Telefónica cuando nos da mal servicio. Nos metemos con el pobre Luis Aragones, que con su demencia senil ya no se acuerda de que tiene que dimitir. Y nos metemos, en definitiva, con todos los que mandan, a mayor o menor altura.
Incluso ponemos a parir al jefe cuando nos dice que nos demos prisa con los artículos. ¿Pero quién se mete con Google? ¿Quién protesta porque una tras otra todas las iniciativas inteligentes que surgen en la red de redes pasen a ser, a golpe de talonario, iniciativas muertas con su marca de fondo?
Orwell, tiembla.»
Abuse Magazine - Google compra You tube
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