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Redacción
Los testimonios oculares son inconsistentes y, demasiado a menudo, asombrosamente imprecisos.
En 1984 Kirk Bloodsworth fue condenado por la violación y asesinato de una niña de nueve años y sentenciado a la cámara de gas, un resultado que dependía en gran parte del testimonio de cinco testigos oculares. Después de que Bloodsworth pasara nueve años en prisión, las pruebas de ADN demostraron que era inocente. Errores tan devastadores por parte de los testigos oculares no son extraños, de acuerdo con un informe del Proyecto Inocencia, una organización afiliada a la Facultad de Derecho Benjamin N. Cardozo School de la Universidad Yeshiva que usa las pruuebas de ADN para exonerar a aquellos que han sido incorrectamente acusados de crímenes. Desde la década de 1990 cuando se introdujo por primera vez las pruebas de ADN, los investigadores del Proyecto Inocencia han informado que el 73 por ciento de los 239 culpables exonerados por las pruebas de ADN se basaban en testimonios oculares. Un tercio de estos casos se apoyaban en el testimonio de dos o más testicos equivocados. ¿Cómo puede ser que tantos testigos estén equivocados?
La identificación por testigos oculares normalmente implica seleccionar al supuesto culpable de entre una línea policial, pero también puede basarse en retratos policiales y otros métodos. Poco después de seleccionar a un sospechoso, se pide a los testigos que hagan una declaración formal confirmando la identificación y tratando de recordar otros detalles sobre eventos alrededor del crimen. En el proceso, que puede ser años más tarde, los testigos normalmente testifican en el juicio. Debido a que individuos con ciertos desórdenes psicológicos tales como desorden de personalidad antisocial o dependendia de sustancias, tienen un mayor riesgo de implicación criminal, también tienen un mayor riesgo de identificaciones falsas por parte de los testigos.
Los estudios demuestran que la mayor parte de los jurados dan más peso a los testimonios oculares cuando deciden si un sospechoso es culpable. Pero aunque los informes oculares son a veces precisos, el jurado no debería aceptarlos de forma poco crítica debido a los muchos factores que pueden sesgar tales informes. Por ejemplo, el jurado tiende a dar más peso al testimonio ocular que informa que está muy seguro de sus identificaciones aunque la mayor parte de los estudios indican que los testigos con gran confianza normalmente son sólo ligeramente más precisos —y a veces ni eso— que aquellos menos confiados. Además de para educar al jurado sobre las incertidumbres alrededor de los testimonios oculares, adherirse a ciertas reglas específicas para el proceso de identificación de sospechosos puede hacer que los testimonios sean más precisos.
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