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Jesús Zamora
Efectivamente, habéis acertado es.... ésa en la que estás pensando.
La segunda es, si mis intuiciones estadísticas no fallan —lo que entra dentro de lo cojonudamente probable—, las actividades extraescolares —especialmente las de naturaleza deportiva; ¡qué asco de monitores salidos!—, seguidas por el vecindario —¡esos puercos sobones!—, y a cierta distancia, la propia institución escolar —¡maestrillos libidinosos!—.
No sé en qué orden vendría, más abajo aún en la lista, otra cierta institución social de la que tal vez hayas oído hablar en relación con este desagradable asunto, una que dicen que fundó mi tocayo más famoso.
Pero ninguna, ninguna, llega en comparación al infame número de vejaciones sexuales a las que somete a cientos de miles, o millones de niños anualmente, como la que encabeza la lista, sí, lo has pensado muy bien, la familia, ésa con gente dedicada desde siempre a la reproducción de la especie a base del tradicional dalequetepego, o, también desde la oscura noche de los tiempos, a base de la adopción o asunción de hijos previos de la pareja.
Así que, como consecuencia, supongo que deberíamos pedir la abolición de la familia, madre de todas las corrupciones. ¿O tal vez no?
En relación con la secta principal de la red de sectas franquiciadas creadas por mi tocayo más famoso, evidentemente lo que debemos criticar A LA INSTITUCIÓN MISMA no es la existencia en su seno de repulsivos y ensotanados cerdos sobaniños —seguramente muy, muy escasos—, sino el hecho de que sus superiores cometan SISTEMÁTICAMENTE el delito de ENCUBRIMIENTO cuando son conocedores de un delito cometido por sus subordinados.
Visto en A Bordo del Otto Neurath.
Actualización: Mis disculpas a Renato. ¡Un abrazo!
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