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Los varones con diabetes de tipo uno podrían empezar a utilizar las células madre que se transforman en esperma para sustituir a las células pancreáticas que generan la insulina.
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En ocasiones, las inyecciones de insulina no son suficientes para mantener el control de la enfermedad. A finales de la pasada década, investigadores de la Universidad de Alberta, en Canadá comenzaron a transplantar en diabéticos células pancreáticas obtenidas de cadáveres. No es una solución ideal, desde luego, dado que los pacientes tienen que recibir medicación inmunosupresora durante el resto de sus vidas, para evitar el rechazo. Y aún así siguen sin poder prescindir de las inyecciones de insulina.
Ahora, el biólogo Ian Gallicano de la Universidad de Georgetown en Washinton, está desarrollando un nuevo tratamiento, que no sabemos si considerar que está sacado de una película de ciencia ficción o directamente de una pornográfica.
Cada día, el cuerpo del macho crea millones de células de esperma en sus testículos. Se trata de las células espermatogoniales. Lo que han conseguido ahora es obtener esas células SSC del tejido testicular y transformarlas en células madre pluripotentes, las cuales tienen la capacidad de especializarse en cualquier otro tipo de células. Por ejemplo, en tejido pancreático.
Tal y como han informado hace unos días en la American Society for Cell Biology, Gallicano y sus colaboradores han transplantado esos islotes celulares en ratones diabéticos, sin sistema inmune que pueda atacarlas. Los transplantes han reducido dramáticamente los niveles de glucosa en sangre, una señal que les hace pensar que podría ocurrir lo mismo en seres humanos.
Esas células espermatogoniales, que sólo se encuentran en los machos, son ya de alguna forma células madre, y no necesitan ninguna modificación genética. «No tenemos que hacer nada para transformarlas en pluripotentes, sólo sacarlas de ahí» dice Gallicano.
Los investigadores esperan que la idea pueda aplicarse también a las mujeres diabéticas. Gallicano no ve ningún motivo por el que no puedan usarse las células precursoras de los óvulos. El problema es que éstas últimas sólo tienen una copia de cada uno de sus genes, donde las SSC tienen dos copias, lo que hace que sea más fácil aplicar la técnica en ellas.
También hay que determinar si el sistema inmune de los humanos, en el que ya existen anticuerpos contra los propios islotes que residen en el páncreas, atacará también a las células transplantadas. Un descubrimiento fascinante en cualquier caso que podría ayudar a acabar con una enfermedad maldita.
Foto de ScienceNOW.
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