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Sólo la ciencia nos salvará de un desastre intentando reparar la centrar nuclear de Fukushima. La misma ciencia que nos permitirá salvar las vidas de los ejemplares trabajadores que tratan de hacerlo, gracias a las nuevas terapias génicas.
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Ismael Valladolid
Es bien conocido el problema que aún ahora sufrimos a la hora de intentar tratar dolencias con terapias génicas. El material genético modificado que penetra en las células del paciente podría hacerle propenso a que dichas células acaben teniendo un comportamiento cancerígeno. El doloroso compromiso es, ¿y si ese tratamiento es la única forma de evitar sufrir un cáncer aún peor?
Congelar células madre de los operarios que trabajan en la central nuclear de Fukushima podría salvarles la vida si se ven expuestos a altos niveles de radiación. Es lo que están considerando las autoridades japonesas. Se trata de administrarles una droga durante días que hace que su médula espinal libere células madre a la sangre, recuperarlas, hacerlas pasar por una máquina que filtra únicamente esas células madre y congelarlas.
Es una medida como precaución que podría ayudar a salvar sus vidas si reciben dosis excesivas de radiación durante su trabajo intentando refrigerar la planta y evitar las fugas de radiación.
Esos altos niveles causan terribles daños a la salud, e incluso la muerte si llega a fallar la médula espinal, pero puede tratarse si son detectados a tiempo, y si esas células madre fueron obtenidas en su momento.
Es un procedimiento que ya se usa para tratar a pacientes con cáncer cuya médula espinal se ha visto dañada durante la quimio o la radio terapia.
Para Alejandro Madrigal, director científico de la Anthony Nolan, y presidente del grupo europeo que estudia transplantes de sangre y médula, el plan tiene sentido dado el riesgo que sufren los operarios en Fukushima. Más de 50 hospitales en Europa ya se han ofrecido a ayudar a los japoneses si es necesario.
El inconveniente lo desvela Robert Peter Gale, investigador norteamericano consejero del gobierno japonés. «La idea tiene su lógica, pero estamos hablando de un enorme trabajo para prevenir una posible enfermedad de los 800 trabajadores de la central, donde seguramente sólo necesitaremos las células madre para un pequeño porcentaje de ellos».
Sugiere que además, los trabajadores que sepan que sus células madre medulares han sido congeladas podrían tender a perder la precaución y a tomar riesgos innecesarios. Además, «esas células sirven para restablecer la funcionalidad de la médula espinal, pero no pueden hacer nada si hay daños en la laringe, en el tracto gastro intestinal o en la piel» y sentencia que «tanto otros colegas como yo pensamos que no es buena idea».
De lo que no puede caber ninguna duda es del heroísmo de los trabajadores en la planta nuclear de Fukushima. Un nombre que ya ha entrado en la historia.
Foto de Derek Visser.
Esta bien la noticia pero en el primer párrafo hablas de terapia génica (que está en desarrollo), cosa que no tiene que nada que ver con el autotransplante de medula osea, que es lo que quizá hagan con los trabajadores de Fukushima y realmente es una terapia relativamente segura.
Tienes razón en el sentido de que en este caso no hay modificación alguna en el genoma, lo realmente delicado. Tiendo a darle a "terapia génica" un significado demasiado amplio. Se agradecen siempre las correciones de alguien más familiarizado que yo.
La noticia en cualquier caso ha despertado mi interés.