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Un reciente descubrimiento en el campo de la genética podría suponer el camino para la inhibición de la metástasis en los procesos cancerosos. El cáncer pasaría así al catálogo de enfermedades crónicas.
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Ismael Valladolid
Es algo que de alguna forma equivale a decir que, de poder evitarse la metástasis, el cáncer quedaría reducido a la condición de enfermedad crónica. Conseguir algo así supondría para la medicina un avance comparable a la invención de la anestesia, de las vacunas o de la penicilina. Y sin embargo, gracias a la investigación internacional de un equipo del MD Anderson Cancer Center de la Universidad de Texas, el primer paso podría haber sido dado. El estudio ha sido publicado por Nature Cell Biology, y supone una nueva e importantísima vía para luchar contra la enfermedad.
Resultariá que una proteína, la CDK1, es capaz de detener a la enzima EZH2, a la cual se la sabe implicada en la metástasis del cáncer. Se trata de la misma enzima necesaria para la formación de células que construyen hueso a partir de las células madre necesarias para la formación de éstos y otros tejidos. El descubrimiento alcanzaría a la creación de nuevos tratamientos regenerativos en enfermedades óseas.
El responsable del trabajo es Mien-Chie Hung, profesor y jefe del Departamento de Oncología Molecular y Celular de la MD Anderson. «La encima EZH2 está sobreexpresada en los tumores sólidos agresivos y vinculada a la progresión del cáncer y su metástasis. La CDK1 es capaz de desactivar la EZH2, reduciendo la migración celular y la invasión en la línea celular del cáncer de mama», dice.
El resultado del trabajo es la base para desarrollar un inhibidor de la EZH2, o un fármaco que imite a la proteína que activa esta enzima. Supondría esto un nuevo y probablemente eficaz tratamiento contra el cáncer.
La EZH2 inhibe la expresión génica pegando un grupo metil a una proteína cuya supresión, convenientemente interrelacionada con el ADN y con otras proteínas, actúa como inhibidor tumoral, previniendo el crecimiento del cáncer y sobre todo su metástasis. La CDK1 «cortocircuita» la metilación en la que participa la EZH2 pegando diferentes grupos químicos en un proceso llamado fosforilación. Esta fosforilación tiene que darse en un aminoácido específico de la EZH2 para conseguir este efecto.
El papel de este tipo de enzimas, las cuales son capaces de silenciar genes, es decisivo en el desarrollo embrionario, al guiarse así la diferenciación de las células madre embrionarias y su transformación en distintos tejidos y órganos.
Un fascinante avance en el campo de la genética, que por fortuna para nuestra especie, podría tener una primera aplicación decisiva para el bienestar de la humanidad.
Descarga el estudio en Nature Cell Biology 13, 87–94 (2011) doi:10.1038/ncb2139. Visto en JANOes. Dibujo de Wikimedia Commons.
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