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La materia que se pierde en un agujero negro, ¿pasa a formar parte de la singularidad, o renace en otro extremo, en forma de agujero blanco? ¿Tiene sentido pensarlo según la física que conocemos hasta ahora?
Carlos Perla
Sabemos que nada puede moverse más rápido que la luz. Para hilar más fino diremos que nada puede moverse a través del espacio a mayor velocidad que la luz. Según la relatividad general de Einstein el propio espacio es libre de hacer lo que le venga en gana.
Entonces, un agujero blanco es como un agujero negro, excepto que la cascada cae hacia arriba en lugar de hacia abajo. Los agujeros negros son soluciones matemáticas de la relatividad general, se trata de objetos teóricos. Hasta donde sabemos no existen agujeros blancos en la naturaleza, como tampoco existen cascadas en las que el agua fluya hacia arriba.
Todo lo que se traga un agujero negro acaba en un lugar llamado singularidad. Un punto de curvatura infinita en el que el espacio y el tiempo como los conocemos terminan. Una versión opuesta de ésto, implicaría que la materia aparecería espontáneamente a mayor velocidad que la luz desde una singularidad. Pese a que la principal teoría que explica el origen del universo, el Big Bang, es similar, el universo es plano y sin centro a diferencia de los agujeros blancos que deberían tener centros.
También podríamos pensar de una forma intuitiva, que todo lo que entra debe salir por algún lado. Es decir que si en un agujero negro la entrada es negra, su salida debe ser blanca. Podríamos imaginar que la materia del agujero negro sale en otro punto del espacio-tiempo en un brillantísimo agujero blanco. Sin embargo, este sugestivo pensamiento, no tiene ningún apoyo en la física. Todo lo que entra en un agujero negro termina inexorablemente en un misterioso saco oscuro, llamado singularidad, de donde jamás sale.
Visto en Odisea Cósmica.
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