La media hostia ahora es Scientia Futura

Dawkins no es Darwin

Publicado por Ismael

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Jonathan Jones

Charles Darwin no era un hombre inteligente. Vale, claramente era un hombre muy inteligente. Pero no era consciente de serlo y nunca trató con desdén alguno a sus lectores. Su obra maestra, El Origen de las Especies es un libro modesto. Habla de evidencias, de evidencias sencillas del día a día. Aunque su encuentro con las especios de las Galápagos y otros descubrimientos exóticos durante su viaje en el Beagle fueron muy importantes para su evolución intelectual, su libro comienza con observaciones sobre especies de semillas domésticas británicas. Similarmente, en El Origen del Hombre ofrece multitud de anécdotas sobre su estudio de los primates del zoo de Londres. En el fondo le encantaba jugar con los animales.


Darwin es el fruto más delicioso del empirismo inglés. Su modesta presentación de evidencias contrasta con, y lamento decirlo, la estridencia retórica de Richard Dawkins. Visítese su famoso sitio ateo y se verá que se persiguen dos metas. Dawkins hace campaña con otras estrellas del pensamiento secular contra la visita del Papa a la Gran Bretaña. Mientras tanto hace campaña con su libro The Greatest Show On Earth: The Evidence for Evolution. El problema del libro es que carece del estilo empírico de Darwin. Donde el escritor victoriano presentaba montañas de evidencias, y dejaba que su asombrosa y pasmosa teoría emergiera de observar la naturaleza con sentido común, Dawkins carece de paciencia, en este momento de su carrera, para dejar que la historia natural hable por sí misma. Se ha convertido en la imagen especular de los teólogos dogmáticos a los que desprecia.

Simplemente no puede separar la ciencia del debate en el que se ha implicado con los religiosos. Y aquí «debate» es una palabra amable. En un debate intentas convencer a tus oponentes. Pero los nuevos ateos han cerrado la zona marcada en la que durante tanto tiempo en Occidente la ciencia y la religión han podido coexistir. En su libro, Dawkins intenta en un momento dado admitir reconociendo que cualquier obispo bien educado acepta la evolución. Pero vuelve al terreno del dogma preguntándose a sí mismo por qué les ha llevado tanto tiempo reconocer la realidad de la evolución. Es claramente una pregunta histórica, aunque probablemente no una buena pregunta —¿por qué nos ha llevado tanto tiempo inventar el iPad? Vale, primero hay que inventar la rueda—. No se hace preguntas que parecería interesado en responder sólo porque —y estoy haciendo una caricatura— parece considerar a la gente algo estúpida como para entenderlas. No ofrece ninguna pista intelectual sobre cómo nació la gran idea de Darwin de siglos de historia natural, ni sobre cómo es posible que los religiosos victorianos prestaran una atmósfera intelectual en la que fuese posible un salto en la oscuridad tal.

No nos ofrece lo que necesitamos, una introducción calmada a la evolución que parta de las evidencias visibles que nos rodean. Desprecia el fósil Ida, y no se resiste a contarle a sus lectores que está demasiado de moda. ¿Eslabón perdido? Hay que ser idiota para creer eso —parece pensar—. No estoy defendiendo la publicidad del fósil, pero nos muestra a un ateo de la vida pública que, tan pronto aparece una excitante evidencia visual de la evolución del hombre, tiene la reacción de adoptar un aire despectivo. Parece que no quiere enseñarnos nada, sólo ser el chico más listo de la clase. Justo lo que Darwin nunca fue.

Visto en Art and design. Fotos de Murdo Macleod y Martin Argles.

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