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Martin Robbins
Los médicos parecen ya tener clara su idea sobre la homeopatía, pero su posición sobre si deberían permitirse prescribir placebos es algo más vaga.
La semana pasada asistimos al acontecimiento en el que cientos de doctores británicos votaban sobre si la homeopatía debía formar parte del sistema nacional de salud, un espectáculo surrealista similar al que ocurriría si una reunión de geólogos debatiera sobre si debe considerarse una posición científica afirmar que la tierra es plana. Naturalmente la mayor parte de los miembros votaron a favor de que la homeopatía no debe ofrecerse como servicio público de salud, pero muchos de ellos se mostraron escépticos, y no se trata precisamente de creyentes en la magia del siglo XVIII.
Garner me hace pensar en tres cosas. Que no debemos retirar a un paciente medicamentos que funcionan con él, estén basados en el efecto placebo o no. Que las medicinas alternativas que podrían serles administradas, como analgésicos, antidepresivos o antibióticos, podrían tener efectos secundarios peores y ser más caras. Y que, como dice "aplicamos a los pacientes la medicina convencional, pero cuando sus síntomas cambian, podría ser culpa de esa medicina convencional".
Antes de seguir seamos claros. Un argumento a favor del placebo no es un argumento a favor de la homeopatía. Por lo pronto, la homeopatía es un fraude. ¿Por qué debería pagar el servicio nacional de salud cinco euros por unas pastillas dulces homeopáticas si un paquete de caramelos cuesta medio euro, vienen en diferentes colores y su uso tiene la mísma base científica?
Mucha gente es feliz creyendo que una carrera de medicina puede ser reemplazada por Google y unos DVD de House. El hecho es que un homeópata no tiene el mismo entrenamiento que un médico para hacer diagnósticos o prescribir medicinas. Nadie dice que los médicos sean perfectos, pero son tu mejor apuesta. Darle a un homeópata la responsabilidad de aplicar remedios medicinales es como dejarle a tu sobrino arreglar tu coche porque sabe conducir un kart y es muy gracioso cuando hace "broom, broom" con la boca.
Pero la verdad inconveniente para mí y para los escépticos que apoyaron la campaña contra la homeopatía es que quienes se opusieron a la moción tienen sus argumentos. Un hecho que nadie discute es que para algunos pacientes la homeopatía funciona, como funcionaría un terrón de azúcar. ¿Es conveniente entonces permitir los placebos y por extensión la medicina alternativa para tratar a los pacientes?
El comité de científicos seleccionado ya paso hacia la homeopatía una prueba de evidencias y finalmente dejó de lado la cuestión de los placebos. En sus conclusiones escritas citaron el comentario del doctor James Thallon, director médico del West Kent, afirmando que "cuando un médico prescribe un placebo, corre el riesgo de cargarse la confianza que hay entre ellos y sus pacientes".
Pero la discusión sobre placebos acaba siendo ética y no pragmática, y en la vida real la ética no siempre gana.
Al responder a una pregunta del liberal Evan Harris durante las pruebas, el entonces ministro de salud Mike O'Brien dejó salir este dilema. "No me gustaría equivocarme, y sospecho que a mis pacientes tampoco les gustaría. Pero eso no es lo que me has preguntado. Lo que me has preguntado es si es ético que un médico prescriba un placebo. Cuando pienso sobre ello me doy cuenta de las circunstancias posibles. Pero luego pienso ¿debería hacerlo? ¡Por supuesto que no!"
El doctor Ben Goldcare utilizó un argumento similar el del doctor Garner. "Hay situaciones en las que un paciente desea ser tratado pero la medicina tiene poco que ofrecer. Dolores de espalda, stress en el trabajo, fatiga sin explicación aparente, o incluso los resfriados. Condenarle a un teatro de tratamientos médicos, probando con él todos los medicamentos del manual, sólo puede causarle efectos secundarios desagradables. Un inofensivo caramelo en esas circunstancias podría ser la única opción sensata".
Menciónensele los placebos al cuerpo disciplinario de los médicos británicos y la respuesta será discreta. En algunas ocasiones el año pasado yo y otros hemos estado preguntándoles por su opinión oficial sobre la homeopatía y el efecto placebo en general, y en todos los casos hemos sido redirigidos a esta sentencia que sigue, que dice lo que dice pero puede ser interpretada de muchas formas dependiendo de tu definición de "beneficios".
"No obligamos a los médicos a usar solo tratamientos basados en la evidencia, en cualquier forma de cuidado médico, pero esperamos que los doctores hagan todo lo que puedan para asegurarse de que el tratamiento que prescriben es el mejor para su paciente. Esto quiere decir que los beneficios potenciales deben ser mayores que los posibles riesgos conocidos."
Aquí no hay respuestas fáciles, y con guías de comportamiento tan vagas como ésta se permite a cada médico hacer su propio juicio del uso de placebos.
Creo que la homeopatía debería pasar ya a los libros de historia así que me agrada ver que los médicos se levantan frente a la ignorancia y piden su prohibición. Pero deberíamos tener un debate más amplio sobre el papel de los placebos en los servicios de salud, porque de cualquier forma se están usando ya, y prohibirlos uno por uno de una manera ad hoc probablemente no es una política sanitaria efectiva.
Visto en The Guardian. Foto de José María Mateos, editor de Las penas del agente Smith.
"Elefante en una cacharrería" = en el original, "elefant in the room", es una expresión que se refiere a algo imposible de ignorar que, sin embargo, elige ignorarse.
Gracias. La metáfora en español siempre me pareció tan graciosa que no puedo evitar no ignorarla. :)
http://www.youtube.com/watch?v=ulrHZFnOnnY
:P