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No hace un siglo, ni siquiera medio siglo. En realidad hace poco menos de treinta años. El 15 de septiembre de 1981 se aprueba por unanimidad el nombramiento de Sandra Day O'Connor como primer miembro femenino en la historia de la Corte Suprema estadounidense. Dicho nombramiento fue sugerido por el propio Ronald Reagan —como sucede en el caso del actual Arnold Schwarzenegger, la derecha americana se caracteriza por una cintura política de la que nuestra derecha carece— aunque su perfil centrista la convirtió durante años en el voto bisagra en muchas cuestiones judiciales.En 2001 el Ladies' Home Journal la nombró la segunda mujer más poderosa de América. Probablemente de forma más trascendente, Forbes la nombró en 2004 la sexta mujer más poderosa del mundo. De entre sus compatriotas, ese año sólo la precedieron Condolezza Rice, Hillary Clinton y Laura Bush. Dejó su cargo en la corte en 2006, y el 12 de agosto de 2009 fue premiada con la Presidential Medal of Freedom, el más alto honor civil en los Estados Unidos, por el presidente Barack Obama.
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