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La idea de la eugenesia surgió ya inmediatamente con posterioridad a la publicación de los trabajos de Charles Darwin. La versión moderna de la misma fue de hecho formulada por su propio primo, Francis Galton. Se trata de una filosofía social que promueve la intervención para la mejora de los rasgos genéticos humanos. La idea es la creación de seres humanos más sanos y más inteligentes, de cara a ahorrar recursos en las sociedades y aliviar las distintas formas de sufrimiento humano. Se hizo muy popular a comienzos del siglo XX y realmente llegó a parecer que con una aplicación razonable de la selección genética sobre la propia especie humana, ésta podría mejorar en pocas generaciónes tanto como en la suma de los milenios anteriores. Por desgracia, la reductio ad hitlerum parece haberla eliminado por completo del programa. Tal y como avisa Richard Dawkins, la eugenesia no es más que uno de esos temas que por haber existido los nazis, los científicos de hoy en día no pueden discutir en contexto.
Probablemente por todo esto, y a pesar de los avances científicos, en particular en la fecundación humana, el concepto de disgenesia ha venido a sustituir al de eugenesia. Dado que la selección de rasgos positivos es mala, hagamos lo contrario, no los seleccionemos, lo que equivale en realidad a seleccionar rasgos negativos. Dado que ya no vivimos en un ambiente hostil y no tenemos peligro de extinguirnos, olvidemos nuestra propia adaptación biológica.
Esto resulta especialmente lamentable en el caso de aparición de enfermedades hereditarias en los niños que sería posible evitar con una mínima selección de embriones. Tal y como avisan algunos, no hay ninguna diferencia entre concebir un niño con problemas de movilidad teniendo la posibilidad de evitarlo, y cortarle las piernas con un serrucho una vez nacido.
¿Qué tal si de una vez ponemos la ética encima de la mesa?
Muy provocativo y muy de acuerdo, hay que poner la etica en la mesa.
Saludos.
Nos encantan los debates éticos. Que exigamos no tenerlos con ciertos elementos no quiere decir ni que no nos gusten, ni mucho menos que no sean necesarios.