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Isabel Ferrer
«La presencia de soldados homosexuales en el ejército holandés contribuyó a la caída de Srebrenica». Así lo ha manifestado el ex general estadounidense, John Sheehan, ante el comité del Senado de su país que analiza la posibilidad de aceptar abiertamente la homosexualidad entre sus tropas.
Según el militar, los ejércitos europeos han cambiado mucho desde la guerra fría. «Como ya nadie cree en una posible invasión de Alemania o de Rusia, no se necesitan unidades de combate activo. Las fuerzas armadas se han socializado. Al admitir a homosexuales que no se ocultan, también se han debilitado. Por eso se prefieren las misiones de paz», ha dicho. Para reforzar su declaración, ha añadido que el entonces jefe de las fuerzas armadas holandesas, Henk van den Breemen, «compartía su opinión».
En 1995 y en plena guerra de los Balcanes, en Srebrenica murieron asesinados cerca de 8.000 varones a manos de las tropas serbias comandadas por Ratko Mladic. La ciudad, situada al este de Bosnia, era protegida por cascos azules holandeses que se quejaron de falta de apoyo de Naciones Unidas y de la OTAN. Nada más enterarse de las declaraciones de Sheenan, el ministro holandés de Defensa ha contraatacado. «Parece mentira que un hombre que ha llegado tan lejos en su carrera sea tan necio. Es una barbaridad impropia de un soldado. Ni siquiera voy a molestarme en seguir hablando de este asunto», ha lamentado su titular, Eimert van Middelkoop.
Lo ocurrido en Srebrenica ha sido calificado de genocidio por el Tribunal Internacional de Justicia, máximo órgano judicial de la ONU. Forma parte, además, del pliego de acusaciones contra Radovan Karadzic, antiguo líder político serbo bosnio juzgado en estos momentos por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia. A Mladic se le busca por el mismo cargo.
Para Holanda, Srebrenica es un capítulo especialmente oscuro de su historia reciente. El Gobierno dimitió en 2002 «por responsabilidad», pero sin admitir culpa directa. A pesar de que el informe definitivo sobre lo ocurrido repartió la culpa, y reconoció que los cascos azules holandeses «carecían de mandato y estaban poco preparados para una misión así», los holandeses no han podido olvidar las muertes. De ahí que declaraciones como las de Sheehan sean muy dolorosas. De todos modos, tampoco los senadores estadounidenses parecen muy convencidos de su teoría. Uno de ellos, Carl Levin, presidente del Comité del Ejército, ha dicho que «erraba por completo» en sus apreciaciones.
Visto en El País. Foto de Mikhail Evstafiev.
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