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C. G.
El semanario Der Spiegel publicó ayer nuevos datos sobre el sacerdote pedófilo Peter Hullermann, que fue ocultado en Baviera, cuando el ahora Papa Benedicto XVI era obispo en Munich. Según esa publicación, Ratzinger era «más consciente de lo que se ha contado hasta ahora» de los abusos cometidos por el pederasta.
En una carta enviada entonces desde Essen se informaba a la diócesis de Múnich, al frente de la cual estaba Ratzinger, de los abusos que Hullermann había cometido.
Por otra parte, en la publicación Tagesspiegel, el psiquiatra Werner Huth, quien asistió al pederasta Hullermann entre 1980 y 1992, confirma que alertó de que este hombre «no debía volver a trabajar con niños». Según su descripción, el sacerdote era un pedófilo y además «no manifestaba intención de cambiar». La Iglesia católica, sin embargo, no escuchó sus consejos.
Joseph Ratzinger, durante su etapa como obispo en Múnich era también responsable de asignar las misiones y ordenar los traslados de los curas. No sólo ocultó «conscientemente» al pederasta, sino que aprobó el traslado de Hullermann a Baviera.
A voces y platillos censuró duramente, ayer, el Papa desde el Vaticano la «inadecuada respuesta» ofrecida a las víctimas por parte de los obispos, motivada, según dijo, por la preocupación de evitar el escándalo. En su condena, expresaba «vergüenza y remordimiento» por lo ocurrido, se declaraba «profundamente consternado» por el sufrimiento al que se han visto sometidos «jóvenes indefensos», y criticaba con dureza a los curas y religiosos culpables de los abusos por haber «traicionado la confianza de los jóvenes y de sus familias». ¿Hasta qué punto podemos creer en sus palabras, sabiendo lo que ahora sabemos acerca de su silencio sobre Hullermann?
Visto en el blog de Fernando Rubilar. Foto de Regresando a Ítaca.
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