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Tanya Gold
¿Te gustaría saber por qué a las mujeres les gusta el sexo con los hombres con pies pequeños? Estoy leyendo un libro llamado Why Women Have Sex. Lo escribe Cindy Meston, psicóloga clínica, y David Buss, psicólogo evolucionista. Es un tomo realmente grueso. Nunca me había preguntado realmente por qué las mujeres tienen sexo, pero tras años de no preguntármelo tengo ante mí la respuesta.
Meston y Buss han entrevistado a 1.006 mujeres de todo el mundo acerca de su motivación sexual, y haciéndolo han identificado 237 diferentes razones por las que las mujeres tienen sexo. No 235, no 236, sino 237. Y, ¿cuáles son? De las concesiones se deduce que los motivos son físicos, emocionales y materiales; impulsar su autoestima, mantener a sus amantes, o incluso haber sido víctima de una violación. ¿Amor? Eso es lo que decía la canción. Somos simios, y de los malos.
Por qué, le pregunto a Meston, la gente nunca habla de esto. Alfred Kinsey, padre de la sexología, entrevistó a 7.985 personas sobre su historial sexual en los cuarenta y los cincuenta. Masters y Johnson observaron muchos orgasmos durante los sesenta. Pero nunca se preguntaron por qué. ¿Por qué?
«La gente asume que la respuesta es obvia» dice Meston. «Para sentirse bien. Nadie habla realmente sobre cómo las mujeres utilizan el sexo para todo tipo de cosas». Saca del bolsillo una lista y me la lee como si ya supiera lo que hay escrito. «Promoción, dinero, drogas, venganza, retener a un compañero que la ha engañado. Sentirse bien. Hacer que sus parejas se sientan mal». Las mujeres, dice «usan el sexo en todas las fases de la relación, para atraer un hombre hacia ellas, para mantener a un hombre realizado y que no las deje. Por deber. Para librarse de él, o para que se sienta celoso».
«No esperábamos motivos tan diversos» dice, «entre altruistas y diabólicos». ¿Diabólicos? «Hay quien lo hace por contagiar una enfermedad de transimsión sexual» explica. Vuelvo al libro, incluso me da miedo. ¿Quién quiere ver sus fantasías románticas reducidas a un proceso evolutivo?
La primera pregunta es: ¿Qué motiva a las mujeres? O, como lo dice el libro, «¿por qué las caras de Antonio Banderas o George Clooney excitan a tantas mujeres?»
Aparentemente nos movemos en lo que los biólogos llaman «beneficios genéticos» y «beneficios de recursos». Los beneficios genéticos son los que hacen que tengamos niños sanos. Los otros son los que nos permiten proteger sanos a nuestros hijos. Es por lo que a las mujeres les gustan los hombres con casas grandes. Creo que Jane Eyre puede leerse como una carta de amor a una casa grande.
«Cuando a una mujer le atrae a un hombre porque huele bien, puede nunca saber por qué en realidad le atrae ese hombre» dice Buss. «Nunca sabrá que él podría tener un gen MHC complementario con el suyo, de forma que le huele bien porque tienen características genéticas simétricas».
Así que Why Women Have Sex sirve para descifrar los anuncios de citas. ¿Altura, cara simétrica, cuerpo de tebeo? ¡Son buenos genes para tus mocosos! ¿Acomodado, GSOH —el libro está lleno de acrónimos—? También buenos genes para tus mocosos. Esto yo ya lo sabía. Por eso Bill Clinton tuvo sexo con una jovencita a pesar de tener cara de patata. Por eso Vladimir Putin es un icono sexual que posa en top-less con la caña de pescar.
Por eso hay mujeres que se casan con contables. Es un equilibrio. Los clooneycos suelen ser infieles, su agenda genética es distinta de la de las mujeres. Necesitan impregnar a un montón de mujeres saludables. Meston y Buss los llaman «arriesgados mujeriegos chicos-malos». De ahí que las mujeres podrían utilizar el sexo con una pareja menos deslumbrante pero más fiel. Menos beneficios genéticos pero más de recursos, al fin y al cabo no va a dejarla. Explica esto por qué se casan con los contables. Los contables apenas salen de casa. Y algunos incluso tienen los pies pequeños.
Es el principal motivo por el que las mujeres tienen sexo. El mito de «las mujeres lo hacen por amor y los hombres por diversión» es ya un juguete roto. Orgasmo, orgasmo, orgasmo. «Muchas de las mujeres de nuestro estudio reconocen querer el sexo sólo por el placer físico» dice Meston. Meston y Muss presentan esta conclusión con tanto detalle que es fácil no poder concentrarse. ¿Sabías que la Organización Mundial de la Salud tiene un comité dedicado a estudiar el orgasmo femenino? ¿Que el famoso punto G se llama así en honor al médico alemán Ernst Gräfenberg? ¿Que hay 26 definiciones de orgasmo?
Hay una segunda razón importante por la que las mujeres tienen sexo. El amor. «El amor romántico» escriben Meston y Buss «es el tema de más de 1.000 canciones entre las más vendidas en iTunes». Si la gente no tiene amor, pasan cosas terribles. En la literatura pero también en la vida. «Cleopatra se envenenó con una serpiente, y Ofelia enloqueció y se ahogó». Las mujeres dicen que usan el sexo para expresar el amor, para conseguirlo y para intentar mantenerlo.
¿Qué es el amor? Aparentemente, una forma de «póliza de seguros a largo plazo» que garantiza que tu pareja no va a dejarte, aunque pierdas las piernas o se te rompan los ovarios. Chúpate esa, Danielle Steele. Pensábamos que vivíamos en 2009 pero nuestros genes siguen en la edad de piedra, y sólo el pelo en el pecho te distingue de un esqueleto. Tenemos datos que lo confirman, datos de la química que el cerebro produce. Dopamina, Norepinefrina, Feniletilamina. Cuando estás enamorado, eres quien siempre sospechamos que eras. Stalin.
¿Está el mundo loco? Según los resultados que amablemente Meston y Buss sacan de todas y cada una de sus entrevistas, el 73% de las rusas están enamoradas, así como el 63% de las japonesas. No hay datos del norte de Londres. Resulta que sólo el 61% de los rusos y el 41% de los japoneses están enamorados. Lo que podría querer decir que el 12% de las rusas y el 22% de las japonesas están perdiendo el tiempo.
El sexo también sirve para robar hombres. «a veces hombres válidos como pareja están en relaciones, y otros sólo siguen una estrategia sexual a corto plazo y no quieren compromisos» explica Buss. «Así que no hay un enorme saldo de hombres muy deseables esperando ahí fuera a que llegue una mujer». Es verdad. Así que ¿cómo liberamos hombres deseables para las demás? Cocemos nuestros hombres a fuego lento. ¿Cómo lo hacemos? Dándoles lo que quieren. Tacones altos para resaltar nuestra pelvis, lápiz de labios para que nuestra boca pareca una vagina. Difamamos sobre nuestras rivales. Chismorreamos. «Es una mujer fácil», decimos, para que la difamada parezca menos interesante como pareja duradera. Eh, podría llevarse unos buenos beneficios genéticos cada noche, pero llorará los tan deseados beneficios de recursos como llora un gato bajo la lluvia. Y luego, la chismorrona va y se queda con el tío.
También usamos el sexo como cárcel del compañero. Me encanta esta frase. Evoca la imagen de un hombre en una jaula y una mujer con un arpón y una botella de aceite Johnson's. Las mujeres les dan sexo a sus compañeros para que no lo busquen fuera. Es por puro «sentido del deber», un motivo popular para el sexo, bien expresado por una entrevistada por Meston y Buss que dice «la mayor parte de las veces me dejo hacer mientras pienso en otra cosa, gimiendo de vez en cuando para que sepa que estoy despuerta. Cuando acaba le digo que ha sido genial. Estamos tan felizmente casados...»
La cárcel también puede hacerse ostentando una relación sexual extraordinariamente saludable. «Haciendo pública una presunta rivalidad» escribe Meston «en 2008 la cantante y actriz Jessica Simpson apareció con su novio, el quarterback de Dallas Cowboys Tony Romo vistiendo una camiseta en la que decía "Las Tías Auténticas Comen Carne". Sus fans lo interpretaron como un insulto a la anterior novia de Romo, que era vegetariana».
Meston y Buss explican también por qué las chicas de mi clase caían como fichas de dominó a principios de los noventa. Una semana eran vírgenes, a la semana expertas. Aparentemente practicábamos el sexo para ver si nos gustaba y así poder presumir con las compañeras de las prácticas sexuales recién adquiridas. «Soy una mujer, no un pescado podrido» dice una de las entrevistadas. Otras lo hacen por practicar para la noche de bodas.
Los autores lo lubrican con una descripción de los genitales masculinos, siguiendo con el tema de la comida. Lo incluyo porque soy una inmadura. «En el estudio de Masters & Johnson en 1996 sobre 300 penes flácidos, el mayor medía 5,5 pulgadas, el tamaño de una salchicha Bratwurst. El más pequeño no erecto medía sólo 2,25 pulgadas, el tamaño de una salchicha de desayuno».
¿Alguna vez lo has hecho por lástima y te has preguntado por qué? «La mujer» dicen Meston y Buss «son casi siempre las que dan la sopa al enfermo, galletas al enfermo y... Sexo al desamparado». «Estaba cansada, pero él lo necesitaba» dice una entrevistada. Hago una pausa antes de un detalle asombroso: Los gordos duran más en una relación, por si acaso nadie más les quiere.
Las mujeres también se emparejan para conseguir cosas que creen que quieren. Drogas, bolsos, trabajos, drogas. «El papel que la economía juega en la motivación sexual» dice Buss «me sorprendió. No hablo de prostitución. La economía sexual tiene un papel en las relaciones normales. La mujer tiene sexo para que el hombre sacuda la alfombra o saque la basura. Cambias sexo por la cena». Se citan estudios de la Universidad de Michigan. Son muchos sus estudiantes, y un 9% de ellos dicen haber «intentado cambiar sexo por un beneficio tangible» en alguna ocasión.
Luego está el sexo para sentirse mejor. Hay mujeres que curan sus migrañas con sexo. Se explica por la liberación de Endorfinas durante el sexo, un analgésico natural. El sexo incluso alivia los dolores del periodo. —¿Por qué el periodo se llama periodo? Espero respuestas—.
Hay mujeres que tienen sexo porque han sido violadas, forzadas o mentidas, aunque tengamos otras defensas contra los engaños. Un hombre copulará en su primera cita, y la mujer esperará a la tercera. Así los dos sabrán que hay amor —locura—. Algunas usan el sexo para decirle a su pareja que ya no la quieren. El sexo con otro, me refiero. Otras para sentirse deseables. O para un coche nuevo. Hay muy pocas cosas por las que no usar el sexo. Como dice Meston «las mujeres usan el sexo en todas y cada una de las fases de una relación».
Ahí lo tienes. Son casi todas las razones por las que las mujeres tienen sexo. Aunque, como dice Meston «probablemente hay algunas más». Probablemente. Antes de leer el libro, veía a mujeres comiéndose a hombres como una ignorante. Ahora las miro y creo oír a David Attenborough en mi cabeza. «La hembra mayor se acerca a su pareja. La hembra mejor se aleja, las maquinaciones de su rival le han hecho el vacío». Lo que me parecía la compleja raza humana ha sido reducida a una panda de pequeños simios en celo, folleteando los unos con los otros.
No sé si me siento más fuerte o cerca del desmayo. Pensaba que mi pareja me quería. Pero, no, es sólo que tengo una cara simétrica. «Te quiero tanto» diría él si leyese mis impulsos evolucionistas «por tu carita simétrica, por el olor de nuestros genes compatibles». Le miraría y le diría «¡cara simétrica! ¡Genes compatibles! ¡Cara simétrica! ¡Genes compatibles!» y luego nos morrearíamos. Sólo soy un mono intentando sobrevivir. Así que cierro el libro.
Debería haberlo sabido.
Visto en The Guardian. Foto de Steve Punter.
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