La media hostia

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La reciente ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos en China ha servido para dejar al descubierto la histórica anomalía que ha supuesto el que durante todo el siglo pasado, el liderazgo intelectual y económico mundial lo haya mantenido una nación sin historia; los Estados Unidos. Súmale al poderío tecnológico y a las pesetas el legado de tres mil años de tradición y el resultado será un acontecimiento imposible de superar por nación occidental alguna.

Como acierto añadido, el haberle sido encargada a Zhang Yimou la dirección de la ceremonia. Cuando de algo se encarga alguien tan bueno en lo suyo —qué poco me gusta la palabra genio, pero qué adecuada es a veces— como Yimou, el resultado sólo puede ser magnífico.

Parte de la ceremonia recordaba a escenas ya grabadas por Yimou, como ésta de en Shi mian mai fu —La Casa de las Dagas Voladoras— en la que la insuperablemente bella Ziyi Zhang baila delante de uno de sus amantes en la shakespeariana trama.

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