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Juan Ramón Mora
La OTAN se ha cepilllado a pepinazos a 33 —las cifra parece que ha bajado a 27— en Afganistán y ha dejado otras 12 heridas.
Es normal, entre los desintegrados se encontraban cuatro mujeres y un niño, todos con una pinta de insurgentes talibanes que daba miedo mirarlos, incluso desde gran altura y con toda la tecnología para el reconocimiento desde el aire de cosas y personas que tienen los ejércitos actuales era imposible adivinar si llevaban una flauta o un kalaka en las manos.
Son cosas de lo bélico, las guerras son asín. Es muy probable que no sepamos el nombre de ninguno de los protagonistas de este pequeño error para la colección de ejecuciones «por si acaso», no habrá largos debates, no sabremos sus nombres, estos muertos caducaron ya.
Nadie reclamará tampoco conocer el nombre de ninguno de estos pacificadores de la mala praxis que participaron en el exterminio. No habrá juicio, ni de faltas, porque fue un sin querer.
Pero tranquilos que Stanley McChrystal, el jefe bueno de las tropas de la gamba ha manifestado su hondo pesar y ya ha leído la cartilla a la tropa para que no vuelvan a dejarse encendida la luz de «matar eso que se mueve», y se lo ha dicho con estas emotivas palabras que contienen un sincero homenaje a los muertos:
»He dejado claro a nuestras fuerzas que estamos aquí para proteger al pueblo afgano y matar o herir civiles sin querer mina su confianza en nuestra misión.»
Visto en el blog de JRMora.
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